Distinciones: Útil y valioso

24/10/2025

Gustavo Mas
PADE de INALDE

Las consideraciones que siguen nos vinculan con las cosas en particular y el mundo en general, con las posesiones materiales y la espiritualidad, con la forma en que desarrollamos nuestras actividades cotidianas y los criterios para ponderar, priorizar y asignar mérito. Algo que nos es útil sirve para un fin concreto, trae una comodidad, produce un provecho.

Algo que es valioso, en cambio, tiene una esencia diferente, una aptitud superior, respecto a lo que necesitamos y deseamos. Se relaciona con el poder que otorga y lo que concede y, rara vez, tiene relación con su precio o costo. Aunque la utilidad pueda diseñarla o definirla quien entrega el bien o el servicio, el valor lo asigna quien lo recibe y, siendo así, la valoración puede diferir para un mismo producto, prestación o relación.

Ambas nociones habilitan mayores capacidades de hacer y de ser. Las herramientas de trabajo son un buen ejemplo de utilidad ya que permiten hacer más y mejor. De otro lado, tener salud, es una condición que empodera y viabiliza todas las actividades humanas. Algo útil suele usarse y podría conservarse o desecharse una vez agotado. Algo valioso suele atesorarse, protegerse e inclusive admitiría ser legado. El propósito de apropiarse de esta distinción es alcanzar un discernimiento de significados que ilumine posibilidades antes no imaginadas.

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No se compra con dinero

Quizás la primera regla para distinguir lo valioso de lo útil es elaborar sobre aquellas cosas que tenemos y que no se compran con dinero. Al tope de ese enunciado encontraremos probablemente la salud física y mental, el amor de pareja y filial, los momentos de felicidad y el tiempo con calidad para disponer junto a seres queridos. Otra prueba interesante de pasar es imaginar o recordar si has atravesado situaciones de carencia de alguno de estos pilares.

Podría ser el caso que, el aprendizaje de no tener, te haya conducido a repensar la valorización asignada. Si has enfrentado problemas de salud, por ejemplo, podrás confirmar que todo se pone de cabeza. No aparece nada antes que no sea resolver ese asunto y volver a una condición de vida normal. Lo útil, en cambio, admite una transacción, un intercambio.

Hace referencia a algo que podemos obtener, usar, conservar o descartar. No le resto mérito. Las personas vivimos en un mundo cada día más conectado e interdependiente en el cual casi hay una oferta para cada necesidad. Algo nuevo o algo usado. Algo actualizado o algo viejo. Y la cuestión pasa a ser más material, en el sentido de evaluar si tienes lo que el intercambio requiere para hacerte de lo que necesitas.

A lo valioso se asocia más la protección, el cuidado, el atesoramiento. Podría ser que demos por descontado poseer ciertas cosas y, por tanto, no les prestemos atención. La realidad nos confrontará irremediablemente con los efectos negativos de esta actitud. Abre los ojos y el corazón para no olvidar la inmensa riqueza que posees. Todo aquello que no se adquiere con dinero, te hace rico y afortunado.

Satisfacción y felicidad

En el espacio de las sensaciones y las emociones radica otra fuente de esta distinción. La satisfacción, la sensación de estar satisfecho, es un estado que se relaciona más con la aplicación de elementos o la recepción de trabajos y, en ese sentido, se vincula directamente con la utilidad. Diseño y prestaciones tienen un lugar destacado. Inclusive aparecen cuestiones de precio o costo, calidad y tiempo oportuno.

De otro lado, la felicidad en particular, como emoción representativa de un estado de gracia, se relaciona más con los dominios de lo valioso, con momentos de plenitud. La disparidad podría ser sutil, pero resulta relevante. Otra forma de apreciar la distinción es prestar atención a la corporalidad, es decir, observar dónde, dominantemente, se reflejan más la satisfacción y la felicidad. Tal vez, nunca te lo hayas preguntado. Si la primera te aporta mayor alcance y poder, las extremidades, los músculos, tu cabeza y en particular la visión como sentido, resultan destacadas.

La segunda aparece más relacionada con el corazón, con el estómago, con gestos como sonrisas y relajación. Los dos estados tienen en común una duración limitada con lo cual, la meditación que cabe es cómo llegar a configurarlos. Si algo útil admite una transacción para ser incorporado, algo valioso podría asociarse a un mayor recorrido de construcción.

Si lo que te resulta útil puede extender sus efectos con cuidados y reinversión, vale la pena darle ese tratamiento. Prolongar estados de felicidad protegiendo lo que la genera también es posible y pasa, fundamentalmente, por un despertar, por tomar conciencia y no dar por sentado que las cuestiones que nos alegran permanecerán por siempre.

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Quien por Quien

Quien diseña y suministra un producto o servicio es quien define las condiciones de prestación y uso, es decir su utilidad. Además, establece en general, las condiciones del intercambio. A su vez quien recibe, suele ser quien asigna el valor. Valor es distinto de precio o costo. El precio o costo tiene carácter explícito, mientras el valor se destaca por ser implícito y aunque pueda incluir al primero, acaba siendo más comprensivo. El entendimiento de las necesidades del otro es la clave y es también un factor común entre los dos conceptos. Una necesidad material podría vincularse más frecuentemente con algo útil. Una necesidad espiritual podría vincularse más comúnmente con algo valioso.

La interacción que permite a dos personas o empresas llegar a entender a cabalidad las necesidades, los ubica un paso al frente en el proceso de desarrollo de su relación. Los productos y servicios pueden diseñarse y ofrecerse para maximizar la satisfacción que producen. Del mismo modo, los vínculos, el tiempo que se entrega a construir una relación, la disposición a la escucha, el cariño o el amor y los apoyos para una vida más saludable desde lo físico o lo mental, resultan valorados si hacen parte de una entrega genuina, desinteresada, que coloca al otro en el centro.

En el devenir cotidiano de nuestras vidas, de qué lado queda cada cosa, el ofrecer y tomar o el dar y recibir, ayuda a entender las diferencias entre lo útil y lo valioso. La situación opuesta también permite confirmar este entendimiento: un error, una falla en el diseño o la débil adecuación a la necesidad, pueden afectar el desempeño de un producto o servicio y, en última instancia su utilidad. Un comportamiento no acorde al vínculo, una ausencia, la falta de atención o simplemente un descuido en algo importante, puede impactar fatalmente un nexo y, a depender de la gravedad, tornar los efectos irreversibles.

Aprender a valorar

Quizá el mayor desafío que enfrentamos madres y padres sea enseñar a nuestros hijos a valorar las cosas importantes de la vida. Ese sentido de valoración, esa sensibilidad especial, parecía ser un atributo destacado. El que nuestros hijos entiendan que nada que esté revestido de valor, que sea realmente importante, sucede por acaso, es un paso trascendental.

Aunque el foco, por momentos, pueda colocarse en cosas materiales, su utilidad y en el esfuerzo que conseguirlas conlleva, lo valioso va encontrando espacios notables. La presencia en momentos de necesidad, el ejemplo como aporte esencial al aprendizaje, la entrega desinteresada, la elección de una vida saludable y las manifestaciones de amor van haciendo de nuestros hijos las personas que alcanzarán un desarrollo integral el día de mañana. Quienes hemos pasado por estos momentos, sabemos que no es una tarea sencilla, que no hay recetas y que los tiempos cambian, es decir, la realidad va imponiendo condiciones diferentes a las que nosotros mismos hemos estado expuestos de niños.

Es un enseñar aprendiendo o un aprender para enseñar, lo cual multiplica el desafío. La realización de nuestros hijos pasa a ser, en un momento de nuestras vidas, una cuestión central. Verlos crecer sanos y felices, emprendiendo sus propias vidas, con decisiones ponderadas y, seguramente también, con algunas caídas, es la demostración fehaciente de haber alcanzado el éxito en esta cruzada lo cual nos dará, muy probablemente, el regocijo de un deber cumplido.

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Las dos cosas

Si tuvieras que armar una mochila liviana para emprender un viaje en soledad, que sea más o menos largo y, al mismo tiempo desafiante, ¿Qué 4 o 5 cosas elegirías cargar? He promovido este ejercicio varias veces en mis sesiones de coaching y el resultado más común ha sido una combinación de cosas útiles y valiosas, un conjunto de elementos materiales y espirituales.

Una botella de agua, una brújula, junto con un libro y una foto familiar. Un abrigo para una noche de frío, un teléfono celular para conversar con los seres queridos y una oración poderosa. Lo útil y lo valioso juntos. Lo necesario y lo preciado. Un olvido material, tal vez puedas suplirlo en el camino, pero otras cuestiones quizás resulten más difíciles de obtener. La distinción se torna clave cuando se confronta con la necesidad y, si al iniciar tu travesía te descubres con un alto nivel de confianza, esto será el reflejo de la calidad de tus elecciones.

 

¿Qué son las distinciones?

Distinguir es reconocer las diferencias que existen entre las cosas y los pensamientos. Es un acto, es una acción de percibir algo como particular y tratarlo, a partir de esa noción, como diferente. Es una postura que tiene que ver con descubrir, con iluminar, con llegar al fondo de una cuestión. Una profundización que habilita y un hallazgo que impulsa. Las distinciones marcan un punto de inflexión desde que las identificas. Desde ese momento y para siempre.

Gustavo Mas es un ejecutivo con amplia trayectoria en los sectores de energía, minería e infraestructura, donde ha liderado áreas comerciales y financieras en empresas como Milicic, AESA-Grupo YPF y Petrobras, gestionando portafolios superiores a once mil millones de dólares en varios países de Latinoamérica.

Es contador público con diploma de honor por la Universidad Católica Argentina y Executive MBA por el IAE, además es egresado del PADE de INALDE y coach ontológico certificado. Se ha perfeccionado en escuelas como Harvard, INSEAD, Wharton y Columbia. Se destaca por su liderazgo colaborativo, su capacidad estratégica, su habilidad para negociar con gobiernos y su experiencia dirigiendo equipos multiculturales.

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