Distinciones: Datos vs historias

Distinciones: Datos vs historias

25/11/2025

Gustavo Mas
PADE de INALDE

El avance de la tecnología en términos de plataformas que permiten compartir informaciones ha sido fantástico. Desde el origen de la Web (World Wide Web), más la infraestructura física o Internet a inicios de la década de 1990, hemos vivido una explosión en cuanto a la divulgación de conocimientos. Ya más recientemente, el advenimiento de la IA, trae una noción de interacción que parece no tener límites.

Sensores, cámaras y aplicaciones generan, a medida que suceden, millones de datos poniendo a la capacidad de procesamiento y análisis en el centro de la atención. De otro lado, la necesidad de vínculos humanos se refuerza como un punto focal. Las historias de personas superando desafíos, enfrentando vicisitudes y capturando aprendizajes tienen y conservan un gran magnetismo.

Si bien las experiencias individuales son raramente replicables en otras situaciones y contextos, ese contacto próximo con las vivencias de otros hace parte de la evolución social que nos transporta al futuro. De un lado sobreabundancia y de otro una creciente necesidad de encontrar sentido. Entre esos extremos se plantea esta distinción que, inicialmente, parece obvia, pero que a poco de profundizarla se muestra trascendental para desarrollar mejores relaciones, alcanzar objetivos ambiciosos, lograr un mayor bienestar, satisfacción o felicidad.

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Dato mata relato

Es una expresión popular que viene ocupando un espacio destacado a partir del auge de tecnologías que potencializan la captura y la difusión de informaciones, muchas de ellas en tiempo real, es decir, de forma instantánea, automática. Si bien no es algo nuevo, la tendencia se ha acelerado por los múltiples avances tecnológicos tanto de hardware como de software. Lo que suele acompañar a esta situación es la respuesta inmediata, el ajuste rápido, la búsqueda de la máxima eficiencia o el entendimiento veloz de lo que está sucediendo.

Inclusive se observa el surgimiento de una ciencia, la llamada “ciencia de datos” o “data science”, un espacio multidisciplinario que combina estadísticas, programación, minería de datos e inteligencia artificial para extraer conocimientos y patrones de grandes volúmenes de referencias con el propósito de transformarlas en información valiosa para la toma de decisiones, la elaboración de predicciones y la optimización de procesos en diversos ámbitos. William Edwards Deming, estadístico y profesor universitario americano, inmortalizó la frase “En Dios confiamos, todos los demás deben traer datos” poniendo el énfasis en la búsqueda y en la captura de información relevante. Frente a esta realidad, el reto pasa cada vez más por la interpretación.

En este campo se juega el partido. Y cuando de interpretar se trata, nos introducimos, en mayor o en menor medida, en el ámbito del relato. Interpretar se emparenta con comprender. Alcanzar un nivel acabado de entendimiento, en particular de situaciones complejas, tiene un efecto mágico. Elaborar una narrativa nos permite transmitir a otros y, es en ese preciso momento, que se potencializan los datos transformados en historias, que pueden ir más lejos, que pueden multiplicar su impacto, en una transformación y crecimiento inusitado.

Por favor me cuentas

Las historias generan fascinación. Desde pequeños, los cuentos que nos relataban nuestros padres antes de dormir tenían ese efecto maravilloso, el de transportarnos, de hacernos creer que éramos parte de la narración. El poder de transmisión de conocimientos se robustece porque se le da vida a las ideas y a los conceptos. Se promueve la conexión entre las personas. Otro efecto interesante es que se habilita el mecanismo de la imaginación. A poco que nos vamos introduciendo en las narrativas, comenzamos a vincular lo que estamos oyendo con situaciones semejantes que vivimos o encrucijadas a resolver, testeamos hipótesis y posibles conclusiones en un frenesí intelectual parecido a un “Big Ban”.

Esta capacidad se ha nominado como “storytelling”, el arte de contar historias para comunicar un mensaje de forma atractiva, capturando la atención, creando una conexión emocional con la audiencia, en la búsqueda de una mayor recordación, promoviendo el involucramiento del otro. Es importante reconocer que la correlación tiene algunos límites, que las situaciones individuales o puntuales rara vez tienen las mismas características y que las condiciones podrían ser diferentes. Vale la pena destacar un riesgo emergente, un peligro muchas veces ignorado, el de tomar la experiencia de otros como un dogma o como un factor que podrá replicarse en cada situación semejante. Atención para esta amenaza la cual, si bien no inhibe la utilidad didáctica de una historia, marca una referencia a tener en consideración.

Cada persona es un mundo. Cada situación está llena de matices. Entre lo realmente vivido y los hechos podría haber detalles que se escapan por la limitación de la memoria humana. Además, la captura selectiva de pormenores de nuestro intelecto podría jugarnos una mala pasada. Esto es solo un punto de atención que en nada reduce el mérito de lo destacado. Toma lo mejor, lo que sea relevante para ti. Atesora tus momentos y escribe tus propias historias.

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Verdadero o fundado

Un dato, una información, como representación de la realidad solo admitiría la calificación de ser verdadero o falso. Ciertamente obvio, pero no menos importante, cabe verificar el origen, la fuente y su corrección. La aparición de una cantidad abrumadora de referencias, mencionada más arriba, nos ha expuesto a la necesidad de asegurar la verosimilitud. La falsedad se hace presente y han proliferado las noticias falsas o “fake news” con una construcción y poder de difusión que impresiona.

A su vez, las plataformas de IA, también pueden ofrecer contenidos errados en lo que ha dado en llamarse “alucinaciones”. Un relato, en cambio, se emparenta más con un conjunto de juicios, con una visión más o menos sesgada, sostenida desde el punto de vista del sujeto, del protagonista de la historia. Aumentando la complejidad, diría que los datos con formato de afirmaciones y declaraciones se mezclan con esos juicios y opiniones dificultando la actividad de juzgarlos, de definir si le asignamos fundamento y valor a los mismos para tomarlos en consideración o descartarlos. Como puede apreciarse, no resulta una tarea sencilla. Podría funcionar preguntarte qué nivel de autoridad reconoces en el otro. Una respuesta afirmativa, habilitaría la credibilidad.

Por otra parte, definir el ámbito en el cual estás ubicado podría contribuir adicionalmente, sea personal, familiar, profesional o corporativo, como también el discernimiento de los estándares o de los marcos que dan encuadre a la exposición. La falsedad o la falta de fundamento, que descalifican, respectivamente, datos y relatos suponen una dimensión de dificultad, nos exponen al rechazo, al desaire y a la desatención, que muchas veces elegimos no sostener dadas sus implicaciones. Apaláncate siempre en el respeto. Con respeto puedes rechazar. Con respeto puedes disentir. Pondera el número o el apunte que se muestra como revelador del contexto o del desempeño. Abraza la opinión o el parecer que se presenta como una síntesis de una experiencia de otro. Fundamentalmente, aprecia lo que consideres mejor para ti, para tu desarrollo, para tu aprendizaje y para tu crecimiento.

Pura emoción

Las historias motivan, conmueven. En general, presentan a seres humanos viviendo, disfrutando, sufriendo, teniendo éxito o fracasando, haciendo sus apuestas, recogiendo el fruto de lo que sembraron o el aprendizaje de un revés para volver a intentarlo. En este sentido, conectan con la emoción, hacen vibrar. Aquí radica su energía. De las emociones básicas como la alegría, la tristeza, el miedo, la ira o la sorpresa, se abren caminos a otras más complejas que se activan influenciadas por el aprendizaje y la socialización.

Las narrativas poderosas tienen la capacidad de llegar al corazón. Aun cuando despierten emocionalidades negativas, sacuden y podrían liberar una fuerza que habilite movimientos antes impensados. Ahora bien, un dato revelador, que surge con esfuerzo, que no es obvio, cuyo desarrollo fue fruto de la intencionalidad, de una investigación profunda, diría que tiene un poder equivalente. Ilumina, clarifica, capacita. Dispone al entendimiento e impulsa al futuro.

Produce una necesidad de contar con él para favorecer actividades y enfocar afanes. Quizás el elemento común, desde la emocionalidad, sea la sensación de un despertar. Un estímulo que invita a despabilarse, a agitar y ponerse en movimiento. En este punto, cambio o transformación, a depender de la profundidad del descubrimiento, se presentan como opciones posibles. En cierta forma, generan una sensación que impele a la acción, empujan al futuro. Invitan a compartir, a difundir, a multiplicar. La analogía de atajos se impone: el dato elocuente o la experiencia maestra conceden visualizaciones de caminos y tránsitos factibles dando el apresto necesario que antes faltaba. Dejarse llevar por esta inquietud tal vez valga la pena.

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Experiencias del futuro

A priori, podría parecer una contradicción. Sin embargo, datos y relatos abren lo que llamo “experiencias del futuro”. La interpretación y la imaginación son los motores. Los datos te ayudan a mejorar, a entender dónde está el problema, dónde están las oportunidades. Orientan la toma decisiones, permiten poner foco. Las historias traen aprendizajes, facultan a observar desde la óptica de otro, a bajar a la tierra cuestiones complejas.

Ponen a la persona en primer lugar, su potencialidad y sus limitaciones, sus grandezas y sus bajezas. Definen lo que es posible, desafían lo imposible y dejan enseñanzas que definen ejemplos de vida. La clave es no confundir. Un dato no admitiría ser cuestionado, mientras que una lectura de la realidad, parcial, sesgada, comprometida sí. Ambos son fuentes de motivación que nos proyectan más allá del momento y del espacio que habitamos.

¿Qué son las distinciones?

Distinguir es reconocer las diferencias que existen entre las cosas y los pensamientos. Es un acto, es una acción de percibir algo como particular y tratarlo, a partir de esa noción, como diferente. Es una postura que tiene que ver con descubrir, con iluminar, con llegar al fondo de una cuestión. Una profundización que habilita y un hallazgo que impulsa. Las distinciones marcan un punto de inflexión desde que las identificas. Desde ese momento y para siempre.

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