Durante un fin de semana profundamente transformador, 42 parejas de la comunidad Alumni INALDE participaron en una nueva edición del Proyecto de Vida Matrimonial, un espacio diseñado para reencontrarse, fortalecer su propósito y aprender, juntos, a soñar de nuevo.
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Guiados por Alejandro Moreno Salamanca, profesor del IESE y profesor invitador de Inalde Business School y su esposa Pilar Castro, acompañados espiritualmente por el Padre Carlo Silva, los participantes vivieron un proceso que fue más allá de la reflexión académica. A través de la metodología del caso y momentos de conexión emocional, cada pareja pudo analizar su realidad, identificar retos y construir planes de acción concretos para su crecimiento personal, matrimonial y familiar.
“El mundo está hecho de luces y sombras”, compartió el profesor Moreno. “Y es necesario empezar a reconocer las luces, las cosas positivas de los demás, incluso lo que se da por descontado. ¿Qué podemos hacer para que haya más reconocimiento positivo en el hogar?”
La respuesta emergió no solo en las sesiones sino en los gestos. Momentos llenos de emotividad, abrazos, silencios compartidos y una certeza renovada llevaron a los participantes a descubrir que el amor se construye con presencia, atención y gratitud. Así lo recordó el Padre Carlo Silva: “Ustedes, como matrimonio, son ministros de este sacramento. El sacerdote es solo un testigo. El lecho matrimonial es templo. Cuando besas a tu esposo, a tu esposa, extiendes en él o en ella el beso, el amor de Dios”.
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En un entorno marcado por desafíos sociales, familiares y laborales, los matrimonios también necesitan espacios para inspirarse, conversar y volver a mirar hacia adelante. Como expresó una de las parejas asistentes: “Todos nos invitan a soñar, pero estos espacios nos ayudan a aprender a soñar, y eso es invaluable para un matrimonio”.
Para Pilar Castro, amar es el acto más libre de la persona, “un acto que nace del núcleo más íntimo y espiritual, y que permite dejar huella, trascender y marcar positivamente al mundo”.
Este encuentro, tejido con intención y profundidad, dejó una invitación clara: ser multiplicadores. “Sacar un tiempo para un café con otra pareja puede ser el primer paso para salvar un matrimonio”, expresó uno de los participantes. Porque cuando se comparte el propósito de reencontrarse, acompañarse y hacerse más felices, el impacto se extiende más allá del hogar.
El Proyecto de Vida Matrimonial es, en esencia, una invitación a proyectarse juntos. Porque entre más abierto al futuro está un proyecto, más sentido tiene en el presente.
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