El Camino de Santiago 2025: Una travesía con alma y propósito

Primeros días: lluvia, cansancio y enseñanzas

La partida fue desde Sarria hacia Portomarín. Veintidós kilómetros rodeados de naturaleza verde y pueblos de piedra. Al segundo día, de Portomarín a Lestedo, llegó el mayor desafío: lluvias constantes, pies mojados y caídas que casi le afectan el tobillo. Fue allí donde Pilar entendió que el Camino también se camina con el alma, con las intenciones que llevas y con los nombres que te acompañan en el corazón. Ese día, en medio del cansancio, recordó a su esposo, su familia, su equipo de trabajo, sus amigas, y se dedicó también un pensamiento a sí misma.

Fe, comunidad y pulpo a la gallega

En el tercer día, de Lestedo a Melide, el grupo celebró el día de la Virgen de Fátima rezando un rosario completo. La motivación espiritual se combinó con una sorpresa deliciosa: el tan esperado pulpo a la gallega, cocinado por un colombiano de San Andrés. Fue un día de gratitud, sabor y fe compartida.

“Los paisajes eran una bendición para los ojos y para el espíritu: verdes infinitos, cielos que iban del gris al azul, amaneceres serenos. Todo se prestaba para el silencio, la contemplación, la gratitud”, agregó nuestra alumni.

Una iglesia abandonada y una limpieza del alma

La cuarta etapa, desde Melide hasta Arzúa, fue la más corta pero también la más simbólica. A pesar del cansancio, limpiaron una iglesia abandonada, iniciativa del proyecto “Héroes en el Silencio” liderado por Conchita y María, guías en este Camino Francés. Pilar se sintió profundamente conmovida: “reflexioné sobre cómo tantas veces nuestra vida espiritual puede estar llena de telarañas”, dijo. Ese día, muchos del grupo comprendieron el valor de tener cerca de un sacerdote como el padre Carlo, quien les dio misa diaria y los ayudó a convertir cada jornada en oración viva.

Caminantes del mundo, eucaliptos y el muro de la sabiduría

En la quinta etapa, de Arzúa a O Amenal, Pilar disfrutó el día más luminoso y pleno del viaje. Salieron temprano, el sol los acompañó, y el camino estaba lleno de peregrinos de todo el mundo. Se encontraron con un gran mural titulado “El muro de la sabiduría”, con mensajes en diferentes idiomas. Cruzaron aldeas con aroma a eucalipto, subieron al mirador del Pico Sacro y cerraron el día con una visita a La Coruña. El mundo parecía abrirse a cada paso.

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Una canción, un canto y muchas lágrimas

La última etapa, de O Amenal a Santiago, fue coronada por el sol y la alegría. Durante la caminata, Pilar y el grupo compusieron una canción dedicada al Papa León con ayuda de ChatGPT:

“Con polvo en los pies y en el alma esperanza,

Cruzando caminos, subiendo montañas,

Pensando en Santiago, en su luz tan sagrada,

Mi paso se alegra, mi fe no se cansa.

Coro:

Ya vamos llegando, me voy acercando,

No puedo evitar que los ojos se me agüen…

Desde Colombia con amor caminamos,

Llevando en el pecho a los que recordamos,

Que escuche este canto el buen Papa León,

Que el mundo se llene de paz y oración.

Coro:

Ya vamos llegando, me voy acercando,

No puedo evitar que los ojos se me agüen…”

Entraron cantando y bailando a la plaza del Obradoiro. En la Catedral, Pilar entregó las cartas con oraciones en silencio y entre lágrimas. Luego, vivieron juntos la misa del peregrino y vieron al botafumeiro elevar incienso como símbolo de todas las súplicas al cielo.

Comunidad de Inalde en movimiento

Para Pilar, no fue solo un camino geográfico. Fue una experiencia comunitaria, de fe compartida, de silencios significativos y risas sinceras. “No éramos solo compañeros de estudio, éramos peregrinos en búsqueda”, afirmó. La presencia del padre Carlo, la compañía de su esposo y la fraternidad con otros alumni hicieron que cada día tuviera sentido espiritual. “Nos sentíamos como los discípulos, reconociendo a Jesús en el camino y en el que caminaba a nuestro lado”.

El verdadero Camino comienza al final

Al llegar a Santiago, Pilar no sintió un cierre, sino un nuevo comienzo. “Volver a la vida cotidiana con un corazón transformado es el verdadero reto”, expresó. Reconoció su capacidad de entrega, de gratitud, de contemplación. “Aprendí a orar caminando, a cargar intenciones, a sonreír incluso con dolor”.

Una invitación con el corazón abierto

Para quienes estén considerando vivir el Camino con Inalde, Pilar lo dice con convicción: “Atrévete. El Camino no es solo un viaje exterior, es una peregrinación interior que transforma tu manera de ver el mundo, tus relaciones, tu fe. No esperes condiciones perfectas: cada dificultad tiene un propósito. Y si vas con el corazón abierto, encontrarás una versión más plena y auténtica de ti misma”.

Y, como repitieron a lo largo del recorrido:

Ultreia et suseia — ¡Adelante y hacia lo alto!

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