Los podios de tu vida

Los podios de tu vida

14/01/2025

Gustavo Mas
PADE 2013

Los logros que alcanzamos suelen ser hitos destacados en nuestras vidas. Como tales, ocupan un lugar especial en la propia historia. Al mismo tiempo, encontrar la motivación para seguir adelante cada día es un desafío. Descubrir las fuentes de energía que te permitan mantenerte en activo no es sencillo, pues existen un conjunto de actividades y eventos que absorben el dinamismo que ellas nos otorgan.

Es habitual escuchar que se aprende más de los fracasos que de los éxitos y, tal vez, sea cierto. Sin embargo, hoy quiero dedicarle esta reflexión a elaborar sobre los triunfos, sus implicaciones y sus efectos. Reconocerte exitoso, en el sentido de haber alcanzado lo que te has propuesto, fortalece el espíritu y habilita una emocionalidad positiva, expansiva.

Aunque llegar al objetivo dure apenas un instante y al momento siguiente te veas observándolo hacia atrás, saberte capaz refuerza tu confianza y aparta los miedos. Ese ánimo para emprender, a pesar de los obstáculos, es de los más valiosos aprendizajes. Te invito a este viaje para descubrir el poder que encierra tu ser.

1, 2, 3

El éxito no es la verdad, escribí hace algunos años atrás, pero se siente muy bien. En el deporte, se afirma el concepto de que lo importante es competir, sin embargo, ganar es hermoso. Pese a que es cierto que colecciones de innumerables fracasos y reveses pueblan la galería de nuestro devenir, todos tenemos historias de consagración personal y profesional que atesoramos. Te invito a tomar una hoja de papel y dibujar los escalones de un podio. A seguir, identifica tus logros más preciados.

Asígnales un orden, más arriba el que más valoras. Detente un instante y observa la figura. Lleva tus manos a la cabeza. ¿Qué pensamientos fluyen en ese trance? Regístralos. Respira un instante. Ahora lleva tus manos a tu corazón. ¿Qué emociones afloran y te invaden? Identifícalas y toma nota. Finalmente, abrázate a ti mismo, con tus propios brazos. ¿Ese tacto sobre tu cuerpo, ¿Qué cosas rememora? ¿Qué es lo que emerge de la materialidad de tu cuerpo? A través de este ejercicio podría ser que logres transportarte en tiempo y espacio para ubicarte, imaginariamente, en esas ocasiones memorables de las victorias que iluminan tu vida.

Sentirte capaz es mucho. Capacidad en sentido amplio. Haber sabido cómo hacerlo es lo que podría aparecer primero. Pero haber querido hacerlo, seguramente fue muy importante como también haber podido hacerlo, en el sentido de haber tenido las condiciones para lograrlo. Alinear estos “tres patitos” del saber, querer y poder es clave. Si falta uno, complica cualquier desplazamiento. Todos juntos y a la vez es lo requerido y si bien no resulta sencillo, es una combinación infalible. Cuando consigues que tu eje se ubique en esta posición, estás en condiciones de ejecutar una obra maestra.

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El saber ocupa un lugar

Es posible que tu lista corta se nutra de algún caso vinculado o apalancado por un aprendizaje. El saber se adquiere, no es innato. En ese proceso de incorporar algo nuevo, conseguir repetirlo y hacerlo bien, yace uno de los secretos del éxito. Y es que, si de veras aprendes algo, lo incorporas para siempre. Considera el andar en bicicleta. En el curso de incorporar esta habilidad, seguramente hubo una mamá o un papá, alguna ayuda física como las rueditas, mucha práctica y un gran número de caídas. Ahora bien, la satisfacción de alcanzar el equilibrio, mantenerlo y moverse hacia adelante es enorme.

Aún hoy, cuando monto bicicleta de vez en cuando, siento el aire fresco sobre mi cara y, al tomar velocidad, vuelven a mi cuerpo y a mi mente esas sensaciones de la primera vez. Los conocimientos también funcionan como uno de los antídotos más poderosos contra el miedo que, a su vez, se presenta como uno de los principales disuasores del cambio. El saber empodera. El entendimiento libera. Inclusive es posible que alcances tal nivel de erudición que tus actos fluyan casi en automático. Quizás uno de los trucos que te ayuden a mejorar tu capacidad de aprender es discernir cómo aprendes. Aprender a aprender es una habilidad que se trabaja. No todos lo hacemos de la misma forma.

No obstante existen los mecanismos conocidos, entre los cuales se citan el ejemplo, adquirir conocimientos impartidos por otros, la propia experiencia y la reflexión, cada uno tiene una configuración única. Leer puede ser la clave para muchos. Otros en cambio, hacen una diferencia al observar. La práctica y el error suelen ser fundamental para ciertos individuos. La investigación y la contrastación de ideas funciona muy bien para otros. Pregúntate, ¿Cuál o cuáles son tus métodos preferidos para aprender? Reconócelos. Refínalos. Aprovecha tus matices para potenciar tu aprendizaje.

El querer como ejercicio de tu voluntad

El querer, la aspiración de un propósito material o espiritual, es determinante. Es el motor de cualquier cambio o transformación, aquello que te pone en movimiento y que te mantiene andando, aunque los resultados se tornen desfavorables. Ejercitar tu voluntad tiene que ver con conectarte con el deseo, con lo que ansías, con esa fuente de inspiración más o menos profunda que alimenta la acción, promueve los sacrificios y favorece los esfuerzos para alcanzar lo que te planteas.

Sin esta condición es imposible progresar. Aun sabiendo, pero sin querer, la acción se traba, no encuentra continuidad. Inclusive, el sufrimiento y la frustración que podrían emerger, no enfrentan resistencia ante una intención resquebrajada. El propio mandato crea la disposición para dar el primer paso y sostener la marcha. Podrías reflexionar acerca de cómo tomas decisiones. La decisión está íntimamente emparentada con el querer. Cabe preguntarte entonces cómo decides. ¿Te ganan los impulsos o eres más ponderado a la hora de tomar resoluciones? ¿Sopesas costos y beneficios, riesgos y oportunidades o simplemente actúas? Tu esquema decisorio puede refinarse y fortalecerse se te enfocas en él. Tomar mejores decisiones es parte de un buen inicio. Luego toca mantenerse en el rumbo elegido.

La constancia y la perseverancia tienen su rol en la renovación del querer. Elabora sobre qué cosas alimentan tu voluntad y qué elementos tonifican tu disposición. Podrás encontrar respuestas en tu propio interior, tu espiritualidad por ejemplo o fuera de ti, en tu ambiente familiar o laboral. Los soportes para continuar en el camino son importantes. Tenlos a la mano.

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El poder está en las condiciones

Querer es poder, reza el refrán. No necesariamente. Las condiciones otorgan el poder. Incluso sabiendo y queriendo pueden existir limitaciones infranqueables. Reconocer donde reside el poder, no solamente lo que es necesario sino también suficiente, es mandatorio. Digo esto no para que te vuelvas atrás ni para intimidarte, sino para que incorpores una distinción fundamental. Esta dimensión tiene una conexión íntima con lo material. Las posesiones materiales, los activos con que cuentas son plataformas para el desempeño.

Muchas veces subestimados o relativizados, se convierten en obstáculos que no conseguimos superar. Hacer un inventario de lo que cuentas podría ayudar. Visualizar de lo que careces también. Lo interesante de este ejercicio es ubicarte en un plano de consciencia. La siguiente cuestión es preguntarte cómo podrías conseguir lo que necesitas y te está faltando. En algún lugar podrías encontrar lo que te falta.

Alguien podría tener lo que necesitas. Los préstamos son estrategias viables, factibles. Pero debes saber antes qué pedir. En el pedir se encierra uno de los enigmas del poder. ¿Pides a menudo o te cuesta hacerlo? ¿En general, obtienes lo que pides o no? Pide dando fundamentos y contexto. Explicita tu necesidad y propón opciones de retribución para los casos en que la contraprestación sea onerosa. Agradece siempre.

Desde otro punto de vista, podría reconocerse poder a una disposición del espíritu. Quienes cultivan una religión, por ejemplo, identifican en su fe un nutriente potente, inagotable. La fortaleza que proviene de tu interior, en términos más generales, también genera una condición favorable para alcanzar los objetivos más encumbrados. Esta disposición y prontitud no es algo para menospreciar. Conversa contigo mismo y descubre esa energía interior que te hace fuerte y te impulsa a seguir.

Alimenta tus sueños

Metas pequeñas o fabulosas. Logros materiales o espirituales. Un viaje. Un proyecto. Un amor. La fantástica sensación de no tenerlo y ansiarlo. El estímulo que te acompaña cada mañana al iniciar tu jornada pensando que hoy podría ser el día. El empuje que te da tener un sueño no se compara a nada. Es como volver a ser niños portando una esperanza que todo resiste. Vuela. Vuela más alto. Tu destino espera las pinceladas de tu imaginación hecha realidad.

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