Gustavo Alberto Mas
Gerente comercial de Milicic
PADE 2013
Sobrevivir significa vivir en condiciones adversas. Probablemente, todos hemos pasado, en algún momento de nuestras vidas, por una condición más o menos extrema en la cual hemos tenido que aplicar esta estrategia. El problema que se nos presenta hoy tiene que ver con la extensión temporal de la crisis, la cual ha generado que, una y otra vez, tengamos que ajustar el horizonte y su duración, llegando al límite de nuestras fuerzas. ¿Qué podríamos hacer?
Una primera consideración
Cualquier buen explorador sabe que es fundamental planificar el viaje para definir las cosas a empacar en su mochila. No da para llevar todo. Se toman decisiones acerca de lo que es vital, lo que no puede conseguirse en el camino o aquello que será muy costoso y, por último, mantenerse lo suficientemente liviano como para emprender el viaje y sostener la marcha.
Entendiendo la cuestión
La parte central del problema es que el viaje se ha extendido más de lo pensado, que en el camino se han multiplicado las limitaciones y se han reducido los grados de libertad. La carga negativa de emociones se ha impuesto y ella ha absorbido la reserva de esperanza. ¿Cómo vincularse con lo positivo e identificar acciones para retornar a una posición de balance? Tal vez, sea conveniente ajustar la escala de valores y, de esta forma, la valoración de todo lo que está sucediendo. ¿Qué es lo importante y qué no lo es tanto?
Una luz al final del túnel
A su vez, podrías preguntarte, qué es lo que te hace seguir caminando en el ocaso de tus fuerzas?. Cuando se acaban las explicaciones y continúas el viaje aún sin ver una salida aparece la Fe, entendida como el conjunto de creencias que alimenta el espíritu y te sostiene, que refuerza la confianza y te ayuda a seguir con el convencimiento de que alguien proveerá. Adquirir nuevas capacidades y compartir sentires y pensares con personas que queremos y respetamos resultan ser iniciativas efectivas para aumentar el nivel de confianza.
Profundizando la idea
La Fe, como profunda convicción de que las cosas pueden mejorar, es la llama interior que todos tenemos. El aprendizaje y el compartir son también mecanismos poderosos para la transformación. Mantenernos en el camino, usando estas “herramientas” nos permitirá encontrar fuentes de energía, de una energía renovable, de la que no se agota, y volver a ellas una y otra vez para recargar las baterías y seguir adelante. Es una energía disponible. Puedes requerirla o ser fuente para otros, a depender el momento.
En resumen
El planteo pasa por revisar las cosas que cargas en tus espaldas cuando sales al caminar cotidiano. Una mirada diferente será importante, preguntarte por qué y para qué. Identificar las cuestiones y enfrentarlas, una a una. Ser consciente de que no todos los problemas se solucionan, algunos se resuelven y otros se disuelven. Incorporar esta distinción. Estar atento al balance de energía. ¿Puedes seguir? ¿Necesitas recargar, pedir, compartir? ¿Dónde yacen tus fuentes de energía? Finalmente, trabajar para alinear el Pensar, el Sentir y el Hacer. Paso a paso, una y otra vez.
La conclusión
El poder está en cada uno. Poner foco en la creación de futuros imaginados. Más acción. Acción con convicción. La acción puede abrirte nuevas posibilidades. Hacer algunas apuestas. Alimentar algunos sueños. Aprender de todo. Lo que fue bueno, atesorarlo y lo que no, dejarlo atrás. Apoyarse en otros. Pedir y estar abierto a recibir. Cada día con incertezas es una oportunidad para crear algo nuevo. ¡Que no pase en vano!