Gustavo Alberto Mas
Gerente comercial de Milicic
PADE 2013
De la serie signos, les comparto algunas reflexiones sobre la multiplicación de capacidades y recursos. Como hacer más y ser más desde uno mismo y a partir de lo que el entorno ofrece. La búsqueda de lo que careces y el valor de las apuestas, los frutos y los conocimientos que podrías aumentar. El foco en el foco. Tomar impulso para saltar.
¿Caminar o saltar? Esa es la cuestión. ¿A cuántos pasos equivale un salto? ¿Dos, tres? ¿Y si tomaras impulso? ¿Cuatro, cinco? ¿Cómo podrías aumentar tus recursos para alcanzar mayores resultados? Partiendo de un inventario de lo que tienes y confrontando con los objetivos que te planteas, la idea es hacer foco en los elementos y acciones que podrían permitirte multiplicar tus capacidades. Inclusive, si descubrieras el mecanismo que te resulta exitoso y lo pudieras repetir, habilitarías la posibilidad de la potencia o de un crecimiento exponencial.
Dos espacios. Dos mundos.
Para iniciar la reflexión cabe esta distinción. Las personas viven entre dos mundos: el mundo interior, el yo propio, y el mundo exterior, el espacio en el cual actúan. Las oportunidades de multiplicar yacen en esos dos ámbitos. La interioridad apunta a talentos intrínsecos, saberes técnicos, posturas emocionales y contextura física para hacer. Parte por realizar un inventario. ¿Qué talentos tienes? ¿Alguno de ellos es diferencialmente destacable? ¿Por cuáles sueles ser reconocido? Con esos recursos colocados en el vértice, ¿Cuáles escenarios identificas que actúan como palanca de esas aptitudes? ¿Dónde te destacas más? ¿Dónde te sientes más cómodo? La expansión de tu espacio es una oportunidad de crecer y extender tu alcance de actuación.
Con este mapa en la mano, podrías analizar tu desempeño e identificar esos circuitos de mundos internos y externos que potencian tu actuar. Ubicarte y mantenerte en ellos, podría resultar una estrategia valiosa para ser y hacer más, multiplicando tus resultados. Ese ir y venir constante podría representarse como un símbolo de infinito, cuya dinámica misma, tendría el potencial de generar una carga positiva.
No te quedes permanentemente en tu interior buscando las respuestas a cosas que tal vez resulten irrelevantes. Tampoco permanezcas incesantemente fuera de ti tratando de encontrar soluciones y la validación externa a todo lo que emprendes. La propuesta pasa por mantener la dinámica, la conexión entre los dos ámbitos, buscando una retroalimentación continua.
Aprecia tus diferencias. Buscar tus complementos.
Todas las personas son diferentes pero suele haber un elemento que ejerce una fuerza importante y que tiene que ver con el sentido de pertenencia o el deseo de pertenecer. En tus búsquedas, es probable que sacrifiques cosas en la búsqueda de ser aceptado. Ahora bien, todo aquello que te hace diferente, te hace al mismo tiempo valioso. Sin dejar de ser tú mismo, podrías desviar la atención hacia el registro de lo que te complementa. ¿Dónde se ubica? ¿Quién lo tiene? ¿Está accesible, a tu alcance, o tienes que hacer el ejercicio de pedir? Esos complementos podrían constituirse en plataformas en las cuales apoyarte e intentar nuevos movimientos, incluyendo los saltos. Volviendo al tema de pedir, ¿Cómo te llevas con esa acción? ¿Lo haces naturalmente o te resulta difícil? ¿Obtienes lo que solicitas o no tienes éxito? Pedir parte del punto de admitir que algo que necesitas no lo tienes, de reconocer una debilidad, de saberte incapaz. Al pedir involucras a otro sujeto en la interacción. A tus intereses, incorporas los de la otra persona, la cual se transforma en relevante para tu acción. Ya no eres solo tú en esa dimensión con lo cual, la capacidad, los intereses, los deseos y la intencionalidad del otro pasan a ser factores a considerar. Pide desde ti pero con plena consciencia del otro. Conserva la apertura para recibir un no. Dialoga, pregunta, escucha y, por sobre todas las cosas, agradece siempre.
Invierte. Siembra. Aprende.
En la construcción de nuevas competencias que te permitan multiplicar tus resultados se destacan estas acciones. La inversión se asocia al desarrollo de un esfuerzo con el propósito de obtener un resultado futuro, el cual se pretende sea mayor a lo invertido. Además de esa noción de esfuerzo, de sacrificar un consumo o un gasto presente, un disfrute de corto plazo buscando construir un activo o valor en el tiempo, el resultado esperado suele relacionarse con el riesgo de la apuesta: a mayor riesgo, mayor premio. Completando con analogías del mundo de las finanzas, un portafolio de iniciativas de inversión tiene el efecto de mitigar riesgos. Algunas acciones darán beneficios, otras no, pero una adecuada combinación podría resultar ventajosa. Otra forma de apreciar este concepto es a través de la noción de la siembra. Preparar el terreno, enterrar varias semillas, nutrir y cuidar el crecimiento de las plantitas hasta recoger los frutos, también hace parte del arte de multiplicar. El trabajo del campesino es sacrificado, exige de un esfuerzo físico importante. Además el resultado depende también de factores externos, en general fuera del control de las personas, más o menos como sucede en general en la vida. Sin embargo, la cosecha de los frutos esperados es factible y valdrá la pena aplicarse para ello. Por último el aprendizaje también se constituye en una acción multiplicadora. El incorporar nuevos conocimientos, refuerza las capacidades y los recursos. Es una actividad que se alimenta de varias fuentes. Desde la imitación que incorporamos en nuestra niñez, pasando por la fase institucional de colegios, talleres y universidades, hasta el propio ejercicio de reflexión que revela ese mundo interior del que hablamos más arriba y el saber acumulado por la propia experiencia. Esas fuentes son manantiales desde donde es posible adquirir conocimientos. Cuando pienses en multiplicar, podría resultar interesante elaborar un listado de acciones que asocies con la inversión, la siembra y el aprendizaje.
Concéntrate y fluye.
En el mundo del deporte se habla del concepto de “estar en la zona” para describir un momento de máxima concentración en la ejecución de una tarea o actividad y que permite alcanzar un desempeño superior. También se vincula a la idea del estado “flow” en el cual las cosas simplemente fluyen. Hay quienes registran una pérdida en la noción del tiempo, planteando de que el tiempo corre más lento o, en el sentido opuesto, que todo sucede más rápido, las reacciones son precisas y la atención máxima. Reconociendo el valor de esta capacidad de poner “foco en el foco”, podrías analizar qué elementos o situaciones te permitirían alcanzar ese estado. ¿La luminosidad de la mañana o la tranquilidad de la noche? ¿Una sesión de actividad física o un instante previo de meditación? ¿Ingerir una bebida energizante o simplemente mantenerte bien hidratado? ¿Escuchar una música tranquila para promover la contemplación o una con mucho ritmo que acelere el pulso y tus respiraciones? No hay una receta definida pero, seguramente, tú podrías elaborar la tuya. Tal como contaba en otro artículo, se trata de activar el poder de la “Super V”, alineando pensar, sentir y hacer. Alcanzar la concentración en el momento presente podría permitirte mejorar tu desempeño en pos de alcanzar lo que ansias.