30/03/2020

Por Ciro Gómez, profesor de Finanzas y Control de INALDE Business School.

 

¿Cómo podemos manejar tanta incertidumbre y temor?

En un momento como este, no sé ustedes, pero yo tiendo a pensar en todas las cosas que pueden pasar e, incluso, en aquellas que ya pasaron y que habría podido haber hecho de otra forma. Es muy desgastante.

Hace unos años tuve que enfrentar unos estudios largos y demandantes. Casi que instintivamente empecé a concentrarme únicamente en el “ahora”. Sabía, por ejemplo, que tendría una presentación en dos días y un examen en tres, las dos cosas muy angustiantes para mí en ese momento, pero en lugar de pensar en ello, me concentraba en mis obligaciones de ese día, casi que de esa hora. Reflexionaba: “Bueno, mañana me preocupo de eso, hoy me concentro en hacer esto bien”.

Ha sido difícil para mí volver a ese estado, pero creo que “sobreviví” esos años gracias a esa actitud. Es el viejo consejo de “vive el presente”, que, siendo franco, me parecía un poco simplón antes, pero que hoy valoro. La preocupación es un lujo que solo nos podemos dar cuando la situación no es tan grave.

Lee también: "Lo mejor de estos días de cuarentena"

La idea es apartar de la mente aquellas cosas sobre las que no podemos actuar, al menos ahora, y hacer el esfuerzo consciente de concentrarse en lo que se está haciendo, en la tarea del momento, cuando sí se puede ayudar y ser productivo. No es ser indiferente ante el sufrimiento ajeno; creo que es aceptar lo limitados que somos.

Ante una crisis tan delicada como la que estamos empezando a vivir, he tratado de volver a ese estado. Leo algunas noticias para enterarme de lo que pasa, pero no las leo todas. Sé que pueden suceder cosas graves, pero trato de no imaginarlas y me “distraigo” en sacar adelante las tareas que tengo previstas para el día. Trato de disfrutar lo que puedo hacer, comer en familia, hablar con un amigo o una buena canción.

Preveo el futuro de aquellas cosas sobre las que puedo actuar y me pongo en la labor. Pero, aunque me cuesta trabajo, procuro no pretender “dirigir” en mi cabeza todas las muchas cosas que están pasando y sobre las que no tengo poder alguno, (incluido el pasado, claro). Me angustia pero no logra nada.

Intento aportar lo máximo posible para solucionar lo que está a mi alcance y acompañar a los que puedo.

Y no me olvido de agradecer que cada día es un regalo.