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El valor de restar

Revista INALDE DigitalBlog Alumni
10/08/2022

Gustavo Alberto Mas
Gerente comercial de Milicic
PADE 2013

A lo largo de nuestras vidas vamos incorporando cosas. Materiales y espirituales; valiosas y otras no tanto. Ese arte de “sumar” se va forjando y fortaleciendo con las rutinas que hemos desarrollado. Solemos tener menos arraigada la capacidad para dejar esas cosas y seguir adelante. No estoy hablando, volviendo al tema de la salida de casa por la mañana, de olvidar o inclusive de perder. Parecería que, aunque estos dos verbos se relacionan con el hecho de no contar con algo habitual en nuestras vidas, la diferencia es sustancial y pasa por el ejercicio de la voluntad. Inclusive, desde el punto de vista emocional, olvidar y perder, se vinculan generalmente con emociones negativas de enojo, frustración y culpa, mientras que un acto voluntario de prescindir o renunciar, podría ubicarnos más del lado de la expectativa, la ambición y la realización.

Desaprender. Un verbo nuevo

Desaprender es una palabra de uso reciente. Hace referencia a un “olvido premeditado”. Algo que nos proponemos dejar para habilitar el espacio a nuevos aprendizajes. Es un esfuerzo consciente para desconocer patrones existentes y abandonar áreas de confort intelectual o físico.

El aprendizaje muchas veces ocurre en “automático”. Desde pequeños hemos aprendido a aprender. Imitando a otros y a través de la instrucción escolar o profesional. También la reflexión es una parte importante de este proceso y, a su vez, la observación de terceros podría darnos pistas para sumar capacidades. En este sentido, podríamos decir que el aprender acontece, y el desaprender requeriría de algo más. Vale pedir ayuda. El coaching puede ser de gran valor. Atreverse es necesario. El coraje sería el modo requerido.

Emoción x Emoción

Descubre tu “mecanismo”. Las emociones tienen un disparador, pueden resultar pasajeras y contagiosas. Resultaría interesante detenerte un momento e identificar qué estímulos te afectan negativamente, alteran tu postura, cambian tu humor. El “restar” en este espacio es una invitación a actuar sobre esos disparadores. Eliminarlos, mitigarlos. Si consigues determinar esa articulación, la cual podría activarse desde tu cuerpo y los sentidos, desde tu propia emocionalidad o por la vinculación de tus ideas, tendrías algunos vestigios para trabajar en dejar de lado lo que te impulsa hacia abajo. Desactivar una emocionalidad negativa abre la posibilidad de ubicarse en una dimensión emocional más confortable. Prescindir de relaciones “tóxicas” abriría espacio para el dominio de la armonía y la paz. Soltar y dejar ir. Si admitimos que siempre estamos en un modo emocional determinado, valdría la pena entonces actuar para apartar una emocionalidad nociva y abrir un “hueco” para acomodar una que sume. Una emoción por otra emoción.

La “Not to do list”

Hacer una lista de las cosas que tenemos que hacer suele ser una práctica bastante común. De allí nace inclusive el popular nombre “To do list”. Los post it, las notas en el celular, las alarmas en la agenda del correo electrónico son herramientas que nutren dicho hábito. Escribir es un ejercicio poderoso, tanto más si lo hacemos sobre un papel, ya que implica poner en juego varias áreas del cerebro. Entran a jugar el razonamiento, la abstracción, la ubicación física en el papel, la coordinación visual y de movimientos corporales, la variedad del lenguaje y sus palabras y cuestiones relacionadas con los tipos gráficos que se despliegan. La invitación sería entonces elaborar un listado de cosas que te propones dejar de hacer, un hábito que quieres desterrar, una rutina de la cual prescindir, una emoción que te planteas abandonar. Algo así como una declaración de propósito. Podrías colocar esa lista en un lugar visible y de tránsito recurrente, con un imán en la heladera, sobre la mesa de luz, en el espejo del baño, etc. para crear la situación de volver a ella periódicamente. La apuesta pasaría entonces por alimentarte de la energía cinética, aquella que genera el movimiento, de ir una y otra vez a revisar tu listado de declaraciones e ir ejercitando la disciplina, la voluntad y la perseverancia. No es fácil cambiar hábitos por eso la idea sería sustituirlos por otros que asocies a lo que ansías y que te vinculen con tus deseos.

Cuando restar suma

La creatividad en general florece en tiempos de carencia. Aceptar este postulado nos permitiría identificar aquello que podría eliminarse o dejar de ser hecho y que ello resulte en un aporte de valor concreto.

Reducir el nivel de actividad podría ayudar a la reflexión. Por ejemplo, las vacaciones son momentos de relajación, de alejarse de la rutina, que nos exponen a diferentes realidades, personas y conversaciones, creando momentos inéditos. Bajar el nivel de ruido es otra posibilidad. La meditación y la contemplación producen la “magia de transportarnos” a otras dimensiones manteniendo nuestro cuerpo en el mismo lugar.

¿Qué permitiría que te ubiques en un espacio de escasez y limitaciones favoreciendo esta introspección? ¿Cómo podrías iniciar este viaje?

En la búsqueda de lo que ansías, el llamado sería entonces a practicar el NO, que se presenta como una declaración poderosa, con la finalidad de que lo que no está haga evidente lo importante. No por acaso, sino por una actuación con disposición e interés. Estarás dejando nacer una experiencia diferente y creando una fertilidad que podría dar frutos sorprendentes.