El tiempo, Cronos y Kairós

Distinciones: El tiempo, Cronos y Kairós

07/07/2025

Gustavo Mas
PADE 2013

Hablar del tiempo me apasiona. Lo considero el recurso más valioso del cual disponemos. Es finito por naturaleza. Su disponibilidad es limitada y se va agotando. En su noción más básica, se expresa en el transcurrir de las horas, los días y los años, medidas en las cuales, por convención, dividimos nuestra existencia. A su vez, es un concepto enigmático desde el punto de vista de la incerteza acerca de cuánto disponemos en nuestras vidas. Ese tiempo cronológico, que transcurre inexorablemente, suele ser objeto de reflexiones vinculadas a su valoración, la organización, el uso efectivo y la distribución entre múltiples actividades, balanceada con variados criterios que solo define o acepta cada persona.

A su vez, el tiempo puede referenciarse a otro concepto, el del momento justo, oportuno. El instante en que algo importante sucede, en el que surge la inspiración o se alcanza un nivel de comunicación profunda en una conversación que habilita el entendimiento. Es la referencia de la potencia, del poder que habita en cada uno. Es un tiempo productivo. Es una elección propia. El propósito de esta cuarta entrega es poner en foco la distinción entre estos dos conceptos, cuyo origen se remonta a la antigua Grecia, con la aspiración de alimentar posturas diferentes para descubrir espacios de valoración adecuados en los que florezcan nuestro ser y las relaciones personales y profesionales que cultivamos.

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Cronos, un tic tac incesante

Las analogías que hacen referencia al tiempo cronológico suelen ser, en su gran mayoría, negativas, sea porque se establecen en el concepto de lo inexorable, porque se fundan en la idea de lo limitado o porque concluyen en la incertidumbre sobre la existencia vital del ser humano. En la dinámica que vivimos, el tiempo y su transcurrir parecen haberse acelerado. Los cambios del entorno, y sus condiciones, tienen otro ritmo.

El transcurrir parece superarnos. La tecnología alimenta transformaciones más profundas que se materializan en lapsos más cortos. A cada paso, toma más fuerza la idea de que vamos siendo menos dueños de nuestro propio tiempo. La ansiedad, como condicionante emocional y trastorno físico, es cada vez más común. La depresión es otro reflejo de la incertidumbre y de no alcanzar resultados, expectativas y sueños. Mientras nos debatimos entre detenernos o acelerar el paso, el tic tac incesante nos apabulla.

No hay recetas universales, pero diría que forzar una parada, de vez en cuando, podría tener un efecto reparador. Las vacaciones son un buen ejemplo para regenerar el cuerpo con un necesario descanso, fortalecer las relaciones con la debida atención que podemos dispensar y capitalizar el aprendizaje que supone dejar los ambientes habituales para sumergirse en otros diferentes y encantadores.

Un efecto similar podría conseguirse adoptando una nueva rutina como la práctica de un deporte o el desarrollo de un pasatiempo. La lectura, la música, el arte o un espacio de conversación familiar o con un amigo, son néctares dorados. La espiritualidad también puede ser un refugio valioso. Cuando atacan los síntomas de la ansiedad o la depresión, la ayuda profesional no debería ser menospreciada. Adopta en tu lenguaje palabras que habiliten estos espacios: pausa, retiro, descanso, relajación, placer, compartir... Redefine tus momentos y haz que valgan la pena.

Kairós, lo justo y lo oportuno

Llegar a tiempo podría vincularse a una referencia de tiempo cronológica. Sin embargo, el valor de estar en el sitio justo, en el momento oportuno, tiene más que ver con la otra conceptualización del tiempo, aquella que viene de la mano de la ocasión ideal. En ese devenir constante e ininterrumpido que son nuestras vidas y nuestras relaciones personales y profesionales, apreciar el tesoro de la oportunidad, de cuando algo importante sucede o podría suceder a depender de nuestras acciones y posturas, acaba siendo algo sustancial. Cuando consigues descifrar este mecanismo, te ubicas en una posición destacada, magnífica, inigualable. Es la entrega que llega cuando se necesita. Es el actuar ponderado, coherente, que permite construir conexiones duraderas. Es la disponibilidad precisa, laboriosa, que construyes con sacrificio, esto es dejando de lado ciertas cosas para priorizar otras. Cuando alguien vive consciente de esta distinción, adquiere una sensibilidad especial, destacada. Podría acontecer, sin embargo, que a veces nos gane la distracción. Estar atentos a los signos del entorno, a las señales de nuestras familias y ámbitos laborales, es crucial para no caer en un precipicio del cual es muy difícil volver. Encontrar excusas no sería la mejor posición. Capturar el aprendizaje, aún en situaciones de alta complejidad que no supimos prever o anticipar, es la regla inexcusable. La satisfacción es la condición que acompaña con frecuencia a un comportamiento justo.

El agradecimiento es otra faceta que aparece, porque resulta la reacción obvia, natural. La construcción de los vínculos se refuerza, pues el ponderar el momento construye confianza. Diseña tus interacciones. Aprecia la oportunidad y las formas. Cuida los detalles y activa tu sensibilidad. Estar a tiempo, pronto, en forma, con capacidad, es la garantía para materializar oportunidades dado que, la combinación de prontitud y ocasión es lo que las genera y las nutre. Ahora bien, no dejes abatirte por la frustración y el descanto de no haber conseguido. A veces las condiciones impuestas por el entorno en general o por el sistema en el que actuamos en particular, tienen un impacto fatal sobre nuestras acciones. Las disculpas sentidas caben. La reparación de los eventuales daños se impone. Pero, nuevamente y, sobre todo, abre el espacio para la reflexión individual o en el ámbito de la relación. Renueva el compromiso y fortalece el nexo. Espera la siguiente instancia para ser impecable.

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Pasado, presente y futuro

En la temática de las distinciones, la interpretación ocupa un lugar destacado. El tiempo de la cronología y el del momento oportuno, son ideas que provienen de asignar interpretaciones distintas a una misma palabra. Ahora bien, el tiempo que transcurre también habilita la conexión entre pasado, presente y futuro. En el flujo incesante de nuestra existencia, el tiempo cronológico y el oportuno fluyen implacablemente del hoy al ayer, consumiendo el mañana.

Vale la pena pensar cómo vivenciamos el balance entre estas tres dimensiones. Cabría preguntarse si estamos más cómodos en las referencias de tiempos pasados, añorando la historia, rescatando recuerdos, refugiándonos en éxitos que tuvimos o escapando de fracasos y dolores sufridos. O si tal vez nos acomoda mejor un presente que simplemente fluye, en el cual las memorias no predominan, ni agobian los mañanas inciertos.

De otro lado, podría suceder que nos ubiquemos con mayor frecuencia en el futuro, en nuestros sueños, en aquellos anhelos que perseguimos continuamente, en cuestiones que nos quitan la tranquilidad y nos agobian por ser deseadas o aborrecidas. No existen posiciones ideales. Cada uno de nosotros tiene su propio equilibrio. No es menos cierto que cada combinación se asocia con ventajas y desventajas y son más o menos convenientes a depender de las circunstancias, al traernos sensaciones de conformismo o satisfacción o dejarnos con sentimientos de inquietud o desasosiego. Lo importante sería que también te adueñes de esta distinción.

Lo que transcurre y lo oportuno es el primer paso. Hacerte inmune a las trampas del pasado podría seguir. Lo sucedido no lo puedes cambiar, pero si puedes reinterpretarlo, analizarlo y amigarte con ello, otorgarle un nuevo significado. El presente puede ser más fructífero si organizas mejor tu vida, tus compromisos y tus relaciones familiares y laborales. El futuro puede ser el telón de fondo para alcanzar tus sueños, lograr tus deseos, atesorar instantes de felicidad cuando estos ocurran y dejar tu huella para la posteridad. Descubrir las claves acerca de cómo vives el presente, proyectas el futuro y recuerdas el pasado, activa el potencial transformador de capitalizar el tiempo y todas sus implicaciones a tu favor.

La marca personal y el tiempo

La marca personal suele tener múltiples y variados atributos, la mayoría que puedes elegir y moldear, y algunos rasgos poderosos que son innatos, como dones recibidos desde nuestro origen. La finitud y la trascendencia son dos elementos que vinculan la noción de tiempo a la marca personal. La construcción como personas o profesionales encuentra, de forma simultánea, límites y potencialidades en las propias elecciones. Son esas decisiones de vida las que abren los caminos que luego transitamos con mayor o menor comodidad, aquellos que nos conducen a nuestras aspiraciones y que no nos dejan exentos de frustraciones.

La maduración propia del crecimiento personal va dando matices a nuestro sello único, pero lo que más lo rotula, son las experiencias que vivimos, los desafíos que superamos y los aprendizajes que conseguimos incorporar. La trascendencia supone superar los bordes de la existencia física en este mundo. Es en esta búsqueda, más o menos intencional de cada uno, que el tiempo puede convertirse en infinito. Perdurar en las propias obras es una opción. Dejar huellas a quienes vienen detrás es otra. Vivir en la memoria de los seres queridos es también una posibilidad. Escribir historias memorables a cada paso es una alternativa siempre disponible. Cabe preguntarte cómo te gustaría ser recordado cuando ya no estés presente físicamente. El valor del tiempo y su extensión dependerán de las respuestas que elijas.

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La mayor fortuna

Quizás la mejor forma de terminar estas reflexiones sobre el tiempo y sus distinciones es pensar que se trata de la mayor riqueza o del mayor tesoro. Somos afortunados al tenerlo y disponerlo equivale a un dispendio de valor. No da igual pensar en el tiempo que transcurre que en la ocasión en la que algo importante sucede o podría acontecer. Siempre la diferencia puedes hacerla tú, está a tu alcance con tu discernimiento y tu postura, con tu balance y tu apuesta a la construcción de tu sello indeleble. Nada es igual una vez que te apropias de una distinción. Cambia la visión de las cosas, su entendimiento y significado otorgándote otro poder.

¿Qué son las distinciones?

Distinguir es reconocer las diferencias que existen entre las cosas y los pensamientos. Es un acto, es una acción de percibir algo como particular y tratarlo, a partir de esa noción, como diferente. Es una postura que tiene que ver con descubrir, con iluminar, con llegar al fondo de una cuestión. Una profundización que habilita y un hallazgo que impulsa. Las distinciones crean un punto de inflexión desde que las identificas. Desde ese momento y para siempre.

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