Gustavo Mas
PADE 2013
Hablar del tiempo me apasiona. Lo considero el recurso más valioso del cual disponemos. Es finito por naturaleza. Su disponibilidad es limitada y se va agotando. En su noción más básica, se expresa en el transcurrir de las horas, los días y los años, medidas en las cuales, por convención, dividimos nuestra existencia. A su vez, es un concepto enigmático desde el punto de vista de la incerteza acerca de cuánto disponemos en nuestras vidas. Ese tiempo cronológico, que transcurre inexorablemente, suele ser objeto de reflexiones vinculadas a su valoración, la organización, el uso efectivo y la distribución entre múltiples actividades, balanceada con variados criterios que solo define o acepta cada persona.
A su vez, el tiempo puede referenciarse a otro concepto, el del momento justo, oportuno. El instante en que algo importante sucede, en el que surge la inspiración o se alcanza un nivel de comunicación profunda en una conversación que habilita el entendimiento. Es la referencia de la potencia, del poder que habita en cada uno. Es un tiempo productivo. Es una elección propia. El propósito de esta cuarta entrega es poner en foco la distinción entre estos dos conceptos, cuyo origen se remonta a la antigua Grecia, con la aspiración de alimentar posturas diferentes para descubrir espacios de valoración adecuados en los que florezcan nuestro ser y las relaciones personales y profesionales que cultivamos.
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