Gustavo Mas
Gerente comercial de Milicic
PADE 2013
Los tres pilares clave de la gestión empresarial mencionados un una nota anterior (Rentabilidad, Crecimiento y Riesgo) necesitan de una base de sustentación. De esta forma podríamos identificar en la Cultura, la Innovación y la Sostenibilidad una plataforma que proporcione ese apoyo. Una gestión integral permitirá mantener a la organización en un espacio de coherencia entre el ser actual de la misma y el definido por la visión de largo plazo.
Para poder asegurar la continuidad de la empresa en el tiempo, es necesario incorporar al día a día actividades relacionadas con la construcción de la citada visión, con el objetivo de sostener el proceso de transformación. El liderazgo como puente.
Conceptos y asociaciones.
¿A qué se asocia la cultura organizacional? A la forma de ser de la organización, a los valores que sostiene, a aquellas cuestiones que no renuncia aunque impliquen asumir un costo mayor en el corto plazo. El tipo de negocio da matices a la cultura: no luce igual una empresa del sector productivo que una prestadora de servicios. Del mismo modo, el mercado en el cual desarrolla sus actividades o inclusive el segmento en particular que atiende, acaba influenciando la forma de ser. Podría graficarse a través de círculos concéntricos yendo desde la cultura corporativa, pasando por el espacio del mercado o segmento y llegando al centro con la cultura nacional de un país o la de una región determinada dentro del mismo. La noción de ser podría entenderse como inmutable sin embargo, sería posible cambiar ese ser actuando con consistencia de una forma diferente. Un hacer diferente, constante a lo largo del tiempo, tiene la capacidad de cambiar la cultura. Es en ese espacio del largo plazo, en que la cultura y la estrategia se interrelacionan positivamente, admitiendo el crecimiento y la competitividad y resolviendo el dilema de la performance, al ampliar el horizonte habitual del desempeño. La cultura también se vincula al propósito de la organización, que incorpora la concepción central de la razón de existir ¿Por qué se hace lo que se hace? ¿Cuál es el aporte positivo de la empresa al ámbito en el cual actúa? Una cultura reconocida y arraigada es un elemento que contribuye grandemente a la existencia de una conexión emocional de todos los colaboradores al unir la realización individual con el ya mencionado aporte a la sociedad.
¿A qué se asocia la innovación? Al cambio, a hacer algo de forma diferente. A lo nuevo. A lo novedoso. A la utilización de nuevas herramientas y tecnologías. Ciertamente incluye al aprendizaje, aunque este podría tener un efecto más acotado versus el sentido más amplio de innovar que implique anticiparse a los nuevos desafíos o inclusive de promover los cambios a través del desarrollo de nuevos productos y servicios. Dos características sobresalen: la capacidad de explorar y la de testear nuevas ideas o de probar soluciones originales. El espíritu explorador tiene sus fundamentos en la curiosidad y en la apertura para emprender caminos inéditos. Con la vista puesta en el horizonte, pero manteniendo la flexibilidad para enriquecerse a cada paso, la motivación principal es la de realizar nuevos descubrimientos. El testeo o la prueba permite simular o replicar en pequeño una realidad, validar las hipótesis y habilitar la posibilidad de una implementación en escala o de abandonar la iniciativa sin asumir costos desmedidos que podrían colocar en riesgo a la organización. Estas pruebas permiten a la innovación superar la barrera de la eficacia. Posteriormente, la eficiencia estará vinculada a que lo nuevo pueda repetirse, escalarse y hacerse parte de los procesos habituales. La innovación abre el espacio para mejores resultados, haciendo realidad el cambio y la mejora y, a depender de su impacto, sienta las bases más para la transformación de la empresa.
¿A qué se asocia la sostenibilidad? A satisfacer las necesidades presentes sin comprometer la capacidad de hacerlo en el futuro. A estas dos dimensiones temporales se suma la noción de triple impacto: alcanzar al mismo tiempo el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el desarrollo social. Surge la concepción de “licencia social” como la validación que otorga la sociedad a un emprendimiento para perpetuarse en el tiempo, basada en la contribución positiva del mismo al desarrollo económico-social. También se relaciona la sostenibilidad a la representación de “partes interesadas” que engloba a todos los grupos que hacen parte o se ven afectados, ya sea de forma positiva o negativa, por la implementación de un proyecto o por el desarrollo de una actividad. El entendimiento sobre estos grupos de interés se ha venido ampliando con el tiempo, llevando a otro nivel la importancia de una gestión integral del negocio. El significado de legado es poderoso: ¿Qué mundo estamos dejando para las próximas generaciones? Inclusive la pregunta más próxima de ¿Qué legado estamos dejando para nuestros hijos? podría ser aún más movilizadora. Cada día es una oportunidad para construir un mundo mejor, para apreciar el que hemos recibido de nuestros mayores y realizar un aporte diferencial. Las personas, a través de las organizaciones a las cuales se integran, adquieren la potencialidad de multiplicar sus capacidades y amplificar sus logros. Si la empresa logra ubicarse en este espacio virtuoso y mantener la motivación que promueve esta dimensión, aumenta considerablemente la posibilidad de actuar de manera sostenible.
Elementos que vinculan a las tres dimensiones.
A seguir se presentan esquemáticamente algunos elementos que vinculan a las dimensiones:
Entre Cultura e Innovación: el desarrollo de nuevas capacidades organizacionales, de nuevas formas de hacer que, si se ejecutan de forma permanente, tienen el poder de cambiar la cultura o el ser de las organizaciones; el aprendizaje como una herramienta de hacer diferente para incorporar lecciones aprendidas y mejorar; el estrés del cambio, que puede tener su origen en la incertidumbre que genera hacer cosas nunca antes hechas, el cual es necesario administrar durante el proceso de cambio.
Entre Cultura y Sostenibilidad: los valores de la organización, aquellos que declara y sostiene con firmeza con el paso del tiempo; la forma en que ésta actúa, mostrando coherencia con aquello que declara valorar y el proceder cotidiano; la necesidad de arbitrar de forma permanente entre performance de corto plazo y sostenibilidad de largo plazo, con la convicción de que siempre es posible encontrar un balance adecuado entre estos dos espacios.
Entre Sostenibilidad e Innovación: el advenimiento y desarrollo de nuevas tecnologías que conceden, por un lado, el entendimiento del impacto de las actividades que ejecuta la firma y, por otro, la implementación de mejoras tanto en los productos y servicios como en el proceso de su producción o prestación; el concepto de exploración y de pruebas que permiten refinar y hacer escalables las soluciones que se ofrecen al mercado y se muestra como una postura que viabiliza los cambios; un hacer diferente que resulta no solamente práctico y efectivo sino que, al mismo tiempo, se devela como productivo y mejor.
El equilibrio para la transformación.
Incorporar la distinción del equilibrio es relevante. Cuando se lo vincula a la referencia de la transformación, se hace evidente la motivación. La transformación, incluye pero tiene mayor alcance y profundidad que la mejora y el cambio. Es muy posible que la gerencia enfrente tensiones en la toma de decisiones provenientes de la ponderación de las tres dimensiones. La explicitación de las mismas es clave a la hora de discernir el camino correcto, el que se presenta como más adecuado y el cual no siempre es el más sencillo de transitar. Quizás, la clave podría pasar por ampliar el foco de análisis. Tal vez, parte de la solución pueda provenir de enriquecer las conversaciones. El desequilibrio puede presentarse como una oportunidad para iniciar e impulsar el proceso de transformación.
La búsqueda del equilibrio podría entenderse como ubicar las tres dimensiones en un espacio de correlaciones favorables por ejemplo: adoptar la innovación como una forma de hacer, lo cual a lo largo del tiempo pasaría a formar parte del ser de la empresa, de su cultura; actuar de forma sostenible con convicción, de forma consistente en el tiempo, haciendo de ese comportamiento la forma de ser de la empresa; buscar formas novedosas de hacer las cosas, nuevos productos y servicios que incorporen el concepto amplio de sostenibilidad, más allá de la performance económico-financiera de corto plazo.
Por otro lado, entender la dinámica de las correlaciones desfavorables es muy importante. Ser consciente de que las mismas pueden existir es fundamental. Por ejemplo, la búsqueda incesante de la innovación podría hacer perder referencias en la cultura, lo que se valora y se aprecia y lo que no se está dispuesto a cambiar más allá de una moda pasajera; si la performance económico-financiera es negativa y no se visualizan los elementos que permitirían mejorarla, podría ponerse en jaque uno de los pilares de la continuidad del emprendimiento en el tiempo y, de esa forma, su sostenibilidad; las nuevas tecnologías podrían requerir fases de desarrollo y tiempos de maduración que no habiliten mejoras inmediatas y requieran administrar el proceso de innovación hasta que se muestren como efectivas y productivas.
El liderazgo como puente.
Rescatando de una nota anterior el pensamiento sobre los tres pilares clave de la gestión empresarial que son Crecimiento, Rentabilidad y Riesgo y, haciendo ahora el ejercicio de su vinculación con la base en la cual los mismos encuentran apoyo y que hemos descripto más arriba (Cultura, Innovación y Sostenibilidad), valdría la pena preguntarse cómo se articulan las tensiones entre las 6 dimensiones y si existe algún elemento que permita colocarlas en un espacio de correlaciones favorables o que, si surgen desequilibrios, estos se gestionen con un foco ampliado en relación a consideraciones e impactos, potencialidades y beneficios. Aparece aquí el rol de los líderes de las organizaciones, quienes, junto con sus equipos, tienen y mantienen la capacidad de tender los puentes que requiere el momento, la oportunidad o la propia acción consistente con la planificación de largo plazo. Esos puentes son poderosos. Vinculan, habilitan el tránsito en los dos sentidos y generan la sensación de que es posible, entendiendo las correlaciones entre las dimensiones, definir e implementar una estrategia competitiva y balanceada por la cual la organización alcance y pueda sostener una performance memorable a lo largo del tiempo.