Creo que debemos estar muy agradecidos por el mundo que nos tocó vivir. Cuando alguien se lamenta “de lo mal que están las cosas hoy en día” o añora los “mejores tiempos pasados”, me gusta preguntarle: “¿Cuándo estuvimos mejor? ¿En qué época le hubiera gustado, entonces, vivir?”.
Cuando me hago esa pregunta a mí mismo, no encuentro mejor época que la actual (aparte, claro, de un hipotético mejor futuro). Si nos vamos, por ejemplo, a una época anterior a hace 170 años, nos encontraremos en un mundo sin anestesia; ¿se imaginan lo que sería una caries? Eso para no hablar de una amputación. Hoy damos por sentado que hay alivio para muchos dolores, pero es en realidad algo muy reciente.
Es que en salud los cambios son descomunales. Hace dos siglos, el país con la mayor esperanza de vida del mundo (Noruega, con 46 años) no superaría al país con la peor esperanza de vida del mundo hoy (Lesoto, con 48 años). En Colombia, hasta 1930, fue de 33 años y subió a 66 en 1970 (https://www.gapminder.org/). Pongámoslo de esta manera: a usted y a mí nos regalaron 20 años de vida extra. Eso para no decir que quizá nos regalaron toda la vida que tenemos: en el siglo XVIII la mortalidad infantil antes de los 5 años era del 50%. Y ser hijo de reyes no servía de mucha protección; se ha calculado en 40% la mortalidad de los hijos de reyes durante el medioevo. Para no ir muy lejos, el último hijo de John F. Kennedy, siendo ya presidente de la mayor potencia mundial, se murió por un problema pulmonar asociado a un nacimiento prematuro, enfermedad que hoy se trata exitosamente en cualquier hospital de nuestro país. No es solo que nos han regalado muchos años adicionales de vida, sino que a muchos nos han regalado la vida de nuestros hijos, ¿cómo cambiar eso?
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Pero es más que salud. Pensemos en el acceso a la cultura. Los libros hoy son algo corriente, que cualquiera tiene o puede tener; antes eran el privilegio de unos pocos. Hoy podemos disfrutar con un sonido fantástico de las mejores orquestas y solistas del mundo. Y cada vez hay más músicos y más opciones para elegir. ¿Nacer antes de Bach? ¿Se imaginan de todo lo que nos perderíamos? Y si se trata de viajar, hoy en horas estamos en el otro lado del mundo y casi no hay lugares que no podamos visitar; compare eso con un viaje con Colón. En educación, ¿ha visto usted la maravilla de programas de todo tipo que podemos ver en Internet y gratis?
Ni qué decir de los derechos; su reconocimiento y aplicación es algo muy reciente en la historia. Buena parte de la humanidad vive en regímenes democráticos, unos más avanzados que otros, pero vivimos muy lejos de las épocas en las que la vida de uno dependía de la voluntad de un rey o un tirano, en las que era imposible disentir o informarse. Y lo mismo sucede con todas las libertades.
En cuanto a violencia y pobreza, vivimos en la época con menor proporción de pobres de la historia y con los menores índices de violencia también (Pinker, Los ángeles que llevamos dentro. Paidos 2012). Lo que me lleva a otro tema: es verdad que aún falta mucho por mejorar, que si vemos las condiciones infrahumanas en las que aún viven injustamente muchas personas en el mundo, las innecesarias guerras que persisten en muchas partes del mundo, las condiciones de opresión de muchas poblaciones, no podemos menos que aterrarnos y dolernos de que algo así pueda pasar. Claramente hay mucho por mejorar; hay mucho dolor innecesario y evitable por corregir. Sé que hablo desde una posición privilegiada, que muchos no disfrutan de lo que nosotros tenemos.
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No es falta de sensibilidad; al contrario. Creo que la mejor forma de afrontar los graves problemas que tenemos como humanidad es valorando todos los beneficios que hemos heredado, protegiéndolos y tratando de aumentarlos. No creo que el futuro sea necesariamente mejor que el presente, ni en un determinismo que nos lleve por la senda indefinida del progreso; los riesgos son muchos y, por ejemplo, la humanidad hoy cuenta con el armamento nuclear suficiente para destruir la civilización; y los problemas ecológicos son inmensos y de mucha gravedad.
Pero esos problemas no se solucionarán con una visión pesimista o cínica de la realidad actual. Antes que echar de menos un pasado que no fue mejor que nuestro presente, pensemos en lo que aún nos falta por mejorar y tratemos de mejorarlo, con optimismo y viendo hacia adelante.
Y vivamos agradecidos con todo lo que nos tocó. La terrible poliomielitis es una enfermedad a punto de desaparecer por completo de la Tierra; para que eso pueda ser verdad, poco menos de un centenar de voluntarios han dado, literalmente, su vida (los mataron por tratar de vacunar a los niños de poblaciones aún desprotegidas). Creo que debemos estar agradecidos con ellos y con tantos y tantos que calladamente han hecho que hoy podamos vivir como lo hacemos.