¿Cómo hacer una gestión organizacional exitosa?

05/05/2017

Conozca dos tareas esenciales a la hora de gestionar su compañía para alcanzar los objetivos organizacionales de manera exitosa.

“Lo propio de la organización es la coordinación, sin ella sería un grupo humano más o una multitud”.

Una empresa es la suma de un negocio más una organización. Una organización, en cambio, es lo que conocemos como la “estructura organizacional” o los organigramas de las empresas. Justamente esa estructura es la que permite la eficacia de la empresa porque se trata de una acción colectiva, que producirá mayores resultados a pequeñas acciones individuales. Esto sucede por el concepto de la división del trabajo que inmortalizó Adam Smith y que fue el pilar de las empresas modernas.

Dentro de los objetivos de una organización el más importante debe ser lograr la cooperación de sus miembros. Para alcanzarlo, Max Weber se inventó las reglas y normas de las burocracias, racionalizando el trabajo. Otros, como Taylor, crearon los incentivos económicos como forma de alcanzar la cooperación.

Hoy le presentamos las tareas esenciales para alcanzar dicha cooperación empresarial en una organización que van más allá de las reglamentaciones o de los incentivos económicos. Tenga en cuenta que ambos son muy limitados porque no inspiran, ahogan la iniciativa y mercantilizan el trabajo humano.

Lee también: La estructura organizacional que más le conviene

Tarea 1: Crear una ideología organizacional

Una empresa también es llamada corporación. Este nombre proviene del latín corpus que significa cuerpo. Todo cuerpo posee unos miembros y esos miembros responden a una unidad que dirige el resto de sus partes: la cabeza. Las órdenes de esa cabeza son fruto del pensamiento, las creencias y las circunstancias de ese cuerpo. Pues bien, según los pensamientos y creencias surgen las conductas.

Lo mismo sucede con las organizaciones. Hay siempre una cabeza que dirige al resto de las áreas y personas que forman parte del grupo. Sin embargo, esa dirección suele tener métodos rústicos como dar órdenes y poner tareas, sin tener en cuenta que la manera más efectiva para llegar a la eficacia de una organización consiste en crear una ideología o creencias organizacionales comunes.

Tocqueville, por ejemplo, descubrió que el éxito del surgimiento de la democracia y del capitalismo de los Estados Unidos fue gracias a unas ideas comunes como el trabajo duro, la asociatividad y la igualdad de oportunidades, según las capacidades, y no la posición social.  Tocqueville decía con gran lógica: “no puede haber sociedad que prospere sin creencias iguales, o mejor, que no hay ninguna que de esa manera subsista, porque sin ideas comunes no hay acción común, y sin acción común puede haber individuos, pero no un cuerpo social”.

Lo anterior muestra que la creación de creencias organizacionales comunes y valores compartidos es uno de los factores claves para formar organizaciones cohesionadas con unidad y espíritu de cuerpo. Para conseguirlo se debe desarrollar una ideología organizacional central que promueva unos valores organizacionales que se comuniquen y se conviertan en guía para la toma de decisiones. Eso se llama adoctrinamiento positivo y genera sentido de pertenencia, motivación y, sobre todo, la cooperación.

Las empresas más reconocidas del mundo han trabajado en la doctrina y en la formación del carácter de sus empleados: han logrado crear una comunidad de personas unidas por lazos fuertes como sus valores y creencias comunes. No olvide que la palabra comunidad proviene de lo que es común a todos, aquel estado en el que hay identidad, rasgos y características similares entre sus miembros. Johnson & Johnson es famoso por su credo; Hewlett Packard, por los valores de sus fundadores; General Motors, por su trabajo en equipo; 3M, por su espíritu de investigación; Disney, por su obsesión por la alegría. En Colombia, Quala, Tigo, Sika, Holcim, entre otras, han venido desarrollando modelos internos de formación para crear comunidades basadas en el sentido de pertenencia y el desarrollo de las personas.

Tarea 2: Crear una cultura de los objetivos organizacionales

La segunda tarea esencial para una organización es la movilización de las personas y la creación de movimiento, iniciativa y acción colectiva.

Los objetivos de una organización son poderosos porque nos ayudan a perseguir el futuro deseado basados en una simple decisión. Kennedy movilizó las energías de todo un país con el simple objetivo de poner un hombre en la Luna. El general estadounidense George Patton le decía a sus tropas: “nunca le digas a la gente cómo tiene que hacer las cosas. Di qué quieres lograr y te sorprenderán con su ingenio”. Estas palabras nos deben ayudar a entender que el motor de las organizaciones deben ser los objetivos; no las funciones únicamente. Una buena descripción de objetivos organizacionales genera movimiento en la organización, libertad para crear, recursividad, búsqueda de resultados concretos y, sobre todo, salida de las zonas de comodidad.

La clave de la definición de objetivos reside en la disciplina de la organización de establecerlos, medirlos, recompensarlos, hacer seguimiento en cabeza de la alta dirección y generar una cultura organizacional del logro y del aprendizaje. Para esto son fundamentales las reuniones de think week que le gustaban tanto a Bill Gates y las sesiones de seguimiento y feedback a los objetivos.

El gran enemigo de la dirección por objetivos se llama estructuras funcionales y centralizadas: ahogan la iniciativa y premian el statu quo, los procedimientos, los papeles y la burocratización de la organización.

¡Alcance la eficiencia organizacional!

Así como los elementos esenciales de una empresa son el negocio y la organización, toda organización posee dos elementos esenciales para alcanzar sus cometidos: crear una ideología y crear una cultura de objetivos. En nuestra experiencia en INALDE Business School, cuando existen valores organizacionales compartidos se genera una dinámica imparable de cooperación que hace posible el logro de los resultados económicos.

El gran riesgo consiste en que, si no se crea un entorno de objetivos en la organización, fácilmente se caerá en el síndrome de bicicleta estática: todos ocupados y sin avanzar. El mayor riesgo de las organizaciones es quedarse atrapados en el funcionalismo y en el papeleo; de espalda a realidades concretas de la empresa como los clientes, los objetivos organizacionales y las realizaciones. Una organización basada en objetivos es más innovadora, rápida, flexible, efectiva y, sobre todo, eleva la moral de las personas.

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