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¿Cómo puedo ser un mejor directivo?

Dirección de Empresas
17/03/2017

Estar en la alta dirección tiene que ver con personas, motivaciones y sus interacciones porque la empresa no es un instrumento cerrado ni mecánico que se gestiona desde las entradas y las salidas; la dirección de empresas no es un asunto técnico. Por el contrario, la organización es una realidad dinámica, cambiante y marcada por la presencia de la incertidumbre y la complejidad.

Un directivo es fruto del ensayo y del error, surge de las experiencias de su práctica directiva, en especial, de sus errores y fracasos; cada directivo se debe a su historia de vida y a sus aprendizajes. Por estas razones, es un error creer que se puede dirigir a partir de esquemas analíticos o mediante mecanismos cerrados de planeación. Por el contrario, debemos ser sensatos y aprender que para dirigir es útil apoyarse en estas herramientas pero teniendo la conciencia de las limitaciones de los modelos. En este orden de ideas, para dirigir se requiere la prudencia o la sabiduría práctica que surge de la experiencia, de la observación y de la reflexión sobre la realidad. Arturo Calle es conocido por su carácter práctico y su visión empresarial; es un empresario que difícilmente expresará sus ideas en teorías o modelos analíticos a la hora de tomar las decisiones en su empresa.

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¿Qué requiere un directivo?

Un directivo requiere de mucho sentido común, de la interacción con muchas personas para tener contacto con el medio y, especialmente, debe tener una mirada muy aguda de la realidad para reaccionar y adaptarse a los cambios del entorno. Por estas razones, la planeación estratégica no puede ser rígida ni estática sino abierta a los cambios del entorno y, en consecuencia, los directivos deben rectificar el rumbo de manera constante. Por ejemplo, Soichiro Honda pensó que las motos apropiadas para el mercado de los Estados Unidos eran las de gran cilindraje cuando en realidad su éxito provino de experimentar con una moto pequeña, la supercub.

¿Cómo se aprende a dirigir?

Aprendemos a dirigir, dirigiendo. Es un proceso iterativo de reflexión, actuación y vuelta a la reflexión que nos lleva a tomar decisiones, a cometer errores y a vivir periodos de fracaso y de desaliento. Por este motivo, las fuentes de aprendizaje del arte de dirigir no son las teorías, los modelos o el conocimiento de la estrategia sino el aprendizaje mediante el método del caso -que está basado en la experiencia-, el feedback de los jefes y colaboradores, la reflexión personal y, especialmente, el autoconocimiento en el que coinciden las motivaciones con las capacidades de cada persona (George 2007).

Por esto, dirigir es muy parecido a la tarea del capitán del barco. Un capitán del barco conduce y guía la nave con unos instrumentos, pero a medida que navega rectifica constantemente el rumbo y la dirección. Mintzberg, a este respecto señala que “dirigir es un asunto difícil y complejo que requiere de todo tipo de conocimientos tácitos que solo se adquieren en el contexto” (Mintzberg 2004).

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Debemos enfocarnos más en dirigir las empresas y hacer menos caso de los modelos analíticos, los cuales hacen más compleja la tarea de dirigir. Debemos crear nuestros fundamentos desde la experiencia y la capacidad de aprender; mejorar con base en la práctica y, sobre todo, en la capacidad de examinar los propios errores fruto de las interacciones para así crear una cultura de excelencia.

Recordemos las palabras del CEO de GE, quien decía que dirigir es un proceso en el que “intentamos algo, lo hacemos mal y aprendemos de ello, hasta hacerlo mejor y lograr la confianza para hacerlo de nuevo, sólo que mejor (Welch 2005)”. También le puede interesar:

Jorge Iván Gómez,
Director del Departamento de Dirección General
INALDE Business School.