Muchas veces, después de días álgidos y frenéticos, los directivos no están satisfechos con sus resultados. Pueden Incluso, sentir que pierden el control de su vida en medio de un trabajo desbordante.
Esto se lo cuestionó una reconocida directiva cuando llegó al borde del colapso porque estaba a tope con sus plazos, morosa en varios de sus compromisos personales y familiares y, sobre todo, insatisfecha con el tipo de vida que llevaba: reuniones, correos electrónicos, informes y un largo etcétera.
Después de horas de estudio e investigación, mi apreciación de los ejecutivos que he observado es simple: su primera hora de la mañana es una lucha con el despertador y con las actividades sencillas del día a día como alistarse, desayunar, tomar un transporte y salir para el trabajo.
Cada día puede llegar a atropellarnos: plazos, tiempos, reuniones, compromisos y pendientes sin resolver. Luego observé mi jornada y me daba cuenta de que cada vez que iniciaba el día con una rutina diferente a alistarme y salir a las carreras para el trabajo, tenía mejores sensaciones durante el día.
¿Por qué no preparar mi jornada antes de salir de casa?
La respuesta que descubrí fue que el logro de este objetivo es simple pero difícil de llevar a cabo. Debía cambiar mis rutinas como directivo, empezando por la hora de levantarme y estar listo. En consecuencia, debía madrugar más para llevar a cabo unas rutinas que fueran para mí una fuente de satisfacción y desarrollo personal. A continuación, describiré aquellas rutinas que pueden cambiar nuestras vidas y ser una fuente de realización, satisfacción y de sensación de control.
Rutinas gerenciales poderosas: el minuto heroico
Consiste en fijar una hora en punto para levantarnos y cumplirla para no ser derrotados a la primera hora de la mañana. Esto quiere decir que la primera rutina gerencial poderosa es la levantada, que debe ser dos horas antes de nuestra salida de casa. Esto implica madrugar más de lo acostumbrado.
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Silencio, oración, reflexión
La primera hora de la mañana requiere tiempo de calidad para visualizar el día, ponernos en comunicación con Dios, con nosotros mismos y, también, para planear la jornada y las actividades. Es una manera de anticipar desde la mente la agenda y revisar compromisos, conversaciones y objetivos que llevaremos a cabo. Es el momento en el que incubamos ideas, proyectos y propósitos. Asimismo, revisamos mentalmente cómo vamos con nuestros objetivos personales y con las prioridades que nos hemos trazado.
Lectura
El tiempo de lectura es un gran energizante de la jornada porque nos inspira y permite ponernos en comunicación con gente más brillante y capaz que nosotros mismos. Diez minutos al día durante 365 días puede llegar a convertirse en un hábito que nos puede permitir llegar a leer 18 libros al año.
Deporte
El deporte tiene no solo propiedades para la salud sino para la mente y el espíritu. Libera endorfinas y nos imprime una sensación de logro y realización. Lo importante del deporte es que sea habitual y lo disfrutemos a medida que nos vamos exigiendo. Gracias al deporte podemos sentirnos más sanos, ágiles y menos sedentarios por el tipo de trabajo de escritorio que llevamos.
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Todos tenemos a nuestro alcance un motor escondido de la excelencia: el poder de los hábitos. Si los construimos en las mañanas, podremos disfrutar de una vida directiva más plena, productiva y satisfactoria. Estas rutinas gerenciales buscan que podamos dar un paso adelante en aumentar el control de lo que somos. Que los quehaceres no nos atropellen y elijamos la vida que queremos basada en mejores hábitos.