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Conversaciones Esenciales Parte VIII: Decir no

Gestión del talento
17/01/2024
Conversaciones Esenciales Parte VIII: Decir no

Gustavo Mas
PADE 2013

Sobre los distintos tipos de conversaciones, en particular las que llamo “conversaciones esenciales”. Lo que cada una pone en juego. Las emociones que emergen. Los riesgos y las posibilidades. Las distinciones que marcan la diferencia. En esta octava entrega el decir no. Continuamos en el espacio de las declaraciones. Surge la noción del valor como coraje y, aunque parezca egoísta, la real consideración del otro.

Más poderoso y difícil que el sí porque podría no fluir fácilmente. La sinceridad como requisito, pero que está revestida de una carga emocional potencialmente negativa. Tiene que ver con las limitaciones, las incapacidades y aquellas fronteras que decidimos no traspasar.

Las inseguridades podrían apoderarse del momento, por esto resulta clave elaborar sobre el impacto y el día después de decir no. Una ausencia que construye. Un rechazo que habilita. Un revés que contribuye a desarrollar vínculos genuinos si la acción prioriza el desarrollo de la relación.

Decir no.

Otro monosílabo poderoso. Cerrado y firme. Suena a punto final, aunque no lo tenga. Tiene el rótulo de negatividad, aunque pueda servir para edificar relaciones a largo plazo. Se asocia a una confrontación en la cual, una de las partes, niega su voluntad respecto de un planteo, una oferta o un pedido. A veces lo decimos en voz baja porque tememos la reacción del otro.

Otras en cambio, lo expresamos sonoramente, con firmeza. El miedo suele ser la emoción dominante en el momento, pero también la vergüenza y la culpa. El valor como coraje que se requiere para pronunciarlo. El amor verdadero que subyace cuando lo que está en cuestión es una relación apreciada.

Quizás, la asociación más valiosa, sea con los límites que no estamos dispuestos a traspasar como personas y empresas. Sobre todas estas cuestiones es que propongo la reflexión de esta conversación esencial.

Coraje para decirlo.

No resulta fácil conducir una conversación en la cual se plantea decir no a un pedido o a la aceptación de una propuesta. Tal vez sea porque solemos vincularla a un punto final, a un vacío, a una interrupción. Y, aunque admito que puedan existir esas situaciones, el no y la negación suelen hacer parte de la construcción de relaciones duraderas.

Es más, el sí permanente, otorgado de forma automática, sin conciencia de las reales capacidades y motivaciones, podría ser más letal para los vínculos que un no que se transmite oportunamente. Es que ese sí sin convicción ni compromiso, es un no encubierto, con la desventaja de dejar a la otra parte desprevenida y esperando una contraprestación que quizás nunca llegue. La confrontación es otro escenario que, en general, vemos configurado alrededor de una negativa.

Sería importante que decir no, no sea entregado “a secas”, un “no porque no”. La justificación puede aportar elementos sobre los cuales construir. Idealmente, sería adecuado referenciar hechos, no interpretaciones, aunque también sería interesante exponer juicios, opiniones e intereses pues podría ser posible que, al escuchar la devolución del otro, aparezca una claridad que no tenías.

También podría surgir una contrapropuesta o una oferta superadora que proponga la otra parte, lo cual podría favorecer la co-construcción de una alternativa y resulte en una oportunidad que no hubiera surgido sin la mediación del citado no.

¿Cómo tomar el valor para decirlo? Más arriba hablamos de coraje que no significa ser temerario. El mejor no, se funda en la real apreciación del otro, de la relación, del vínculo y que lleva implícito el deseo de construir y no de destruir. Cuando pienses en la posibilidad de decirlo, has el ejercicio de imaginarte del otro lado. ¿Cómo lo recibirías? ¿Qué justificación esperarías recibir?

Adicionalmente, ejercita la justificación, explora tus motivos e intenta una postura receptiva que te permita abrazar la reacción del otro y elabora sobre cómo podría evolucionar la charla a partir de decir no. Cuánto más importante pueda ser el impacto posterior, estimado o probable, más fuerte es la recomendación de prepararte para el intercambio, trabajando en su diseño o de forma previa.

El límite del sacrificio.

Todas las relaciones valiosas y de largo plazo acaban imponiendo desafíos para las partes, que tienen que ver con un dar más allá de lo previsto o con la imprevisión de eventos que acaban desbalanceando ese dar y recibir originalmente acordado.

Si bien la flexibilidad, la resiliencia y la comprensión, son elementos que toman importancia y ayudan a capear esos desequilibrios, existen los límites y las fronteras concretas que cada uno tiene y que no está dispuesto o no está en condiciones de exceder.

En esas circunstancias es que aparece la necesidad y la obligación de entregar un no. Es un no responsable, no regido por el egoísmo o la mirada individualista de quien lo expresa. Ayudaría haber dado, de forma anticipada, luces amarillas o signos de advertencia de estar alcanzando esos bordes. Sin embargo, a veces las cosas suceden con tal velocidad que inhiben a las personas o empresas de hacerlo y simplemente se encuentran enfrentadas al advenimiento del punto que no pueden conceder.

Si del otro lado emerge una reacción de comprensión, de exploración de los motivos y de una eventual renegociación de contrapartidas, fantástico. La complejidad podría surgir si, en contraposición, el otro reacciona no aceptando la negación, tomando una postura de exigir o inclusive de desafiar la respuesta recibida.

Muchas veces es este emergente el que desalienta pronunciar un no. No hay respuestas de manual, simplemente diría que, cuando sientas que la pendiente es tan empinada y que no podrás superarla o cuando el sacrificio que imponga la situación sea de tal magnitud que exceda tus capacidades, es el momento de manifestarlo.

Podrías llevar tu mente a alguno de esos momentos, en los que enfrentaste trances de este tipo en tu vida. ¿Cómo vivenciaste el proceso de alcanzar un límite? ¿Dónde sentiste el peso de la decisión, en tu cabeza, en tu corazón? ¿Si pudiste hacerlo, cuál fue la reacción del otro? ¿Si no pudiste ofrecerlo, cuál fue tu emocionalidad? La invitación a este instante de reflexión es juntamente habilitar un espacio de aprendizaje, anticipando el abordaje a seguir de una dimensión clave que es la emocionalidad que invade estas ocasiones.

Una expectativa de alivio.

Las emociones juegan un rol preponderante en nuestras vidas. Configuran una parte importante de las personas que somos, de nuestro actuar y acaban teniendo un impacto significativo en nuestras relaciones. Cuando estamos en espacios emocionales expansivos, podemos más, hacemos más. Cuando, en cambio, habitamos situaciones opuestas, la pesadez es evidente y nuestras capacidades se restringen.

Un no, tiene que ver con este último catálogo de emociones. El miedo es quizás la emocionalidad más aludida. La vergüenza también es frecuentemente referenciada. A tal punto podría llegar la mencionada pesadez, que suele impedir a las personas enfrentar el hecho de verbalizar el no.

Lo más complejo de estos eventos es el transcurrir del tiempo que, en general, suele aumentar el desbalance de las contraprestaciones, de los esfuerzos y sacrificios relativos, llevando a los dos lados a un extremo que podría exponer fatalmente la conexión. Y es que ese no entregado más allá de ciertas circunstancias, puede transformarse en la llama que acabe con el nexo.

Nuevamente, no hay fórmulas o recetas para dar. Tal vez sería interesante pensar en las emociones que podrían florecer luego de haberlo pronunciado. Podrías preguntarte, ¿Qué cosas traerá este no? ¿Qué espacios podría habilitar? ¿Cuál es la emocionalidad que aspiras a alcanzar? En este ubicarte imaginariamente en el minuto después, puede radicar la energía que necesitas para dar el paso. Visualizar el alivio que podría aparecer luego de la dificultad sería la motivación.

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Negar es una postura.

La ocasión requiere carácter. Demanda poner el cuerpo. Estar presente. En lo posible mirar a los ojos. Una postura erguida. Desde el cuerpo también se dan señales que refuerzan la palabra. El peso suele estar en la espalda y la tensión en el estómago. Cuando hay mucho en juego, el nerviosismo puede hacer que no usemos los términos correctos o que las pulsaciones se aceleren.

Todo esto tiene que ver contigo, pero también influyen las reacciones del otro. En esa danza que resultan ser todas las conversaciones, enfocarse en el ritmo es importante. Puedes tener un buen plan pero luego, la otra parte con sus comentarios o gestos, podría desbaratar dicho diseño. Leer la corporalidad del interlocutor es relevante.

A poco de iniciada la conversación tendrás pistas de su receptividad, aunque el otro no exprese una palabra. Una postura más amigable, erguida y próxima puede generar la confianza que el momento requiere. Con tu cuerpo tienes la posibilidad de establecer un espacio positivo a pesar de lo que vas a plantear que es, justamente, una negación.

Del mismo modo, tu cuerpo no miente y puede estar mostrando un no cuando lo que declaras es un sí. Ir en contra de la corporalidad es muy difícil y podría resultar peor dar un sí, cuando tu presencia transmite a gritos tu rechazo. Poner el cuerpo a tu favor es lo que toca. Nuevamente lo que exploramos más arriba acerca de diseñar o trabajar previamente la situación, para entrenar tus reacciones, es clave. Observarte en el espejo, ensayando la plática podría resultar un ejercicio útil.

¿Cómo te llevas con tu cuerpo en este tipo de eventos? ¿Consigues que juegue a tu favor o te resta fluidez? A partir de estas consideraciones, ¿Qué factores identificas como destacados para poner a tu masa presencial del lado que necesitas y llevar adelante el diálogo? El cuerpo suele nutrirse y fortalecerse por el entrenamiento. Practica, ensaya, una y otra vez. Repite el no y obsérvate para que tu corporalidad esté de tu lado en el momento preciso.

Un no para fundar posibilidades.

Podría ser el fin de una relación personal o comercial cuando se llega al punto en el cual las cosas no pueden rescatarse. La negativa, sin embargo, puede verse como un nuevo horizonte de posibilidades para los dos actores. Una conversación que encierra un no, tiene el potencial de fundar posibilidades, de resultar en una afirmación de la unión y de las posibilidades de construir un futuro juntos.

Un no a tiempo es un sí a estrechar una relación y a darle mayor profundidad. Es una ausencia de consentimiento que habilita el desarrollo de una afinidad más genuina y positiva, aunque suene raro y contradictorio. Un no dicho con amor y valoración del otro es muy apreciable. Entrégalo de esa forma y deja sorprenderte por los colores de una nueva realidad que se abrirá por delante.

¿Que son conversaciones esenciales?

Son aquellas que se dan en momentos importantes, en instantes de definición. Aquellas que tienen la potencialidad de cambiar, de transformar la realidad, las posibilidades y los riesgos. Pueden presentarse cubiertas de trivialidad sin embargo, podrían acabar siendo difíciles de iniciar, de sostener y de conducir hacia una conclusión efectiva.

Son conversaciones en las que nos ponemos en juego como personas, con toda nuestra humanidad, frágil y poderosa al mismo tiempo. Son intercambios en los que el diseño previo y la preparación tienen su papel, pero que a veces demandan flexibilidad y adaptación porque están cargadas de una emocionalidad que puede copar el momento.

Distinguirlas y valorizarlas en toda su potencialidad, es un ejercicio de permanente aprendizaje. Cada día presenta un sinnúmero de oportunidades para llevarlas a la práctica y crecer como personas.

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