Incertidumbre

Incertidumbre

07/11/2024

Gustavo Mas
PADE de INALDE

Recientemente, un colega de trabajo me interpeló con una pregunta abierta, inquietante y enigmática: ¿Qué piensas que puede pasar? Estábamos conversando sobre posibles escenarios futuros, en el marco de un ejercicio de planeación estratégica. Tras un instante de silencio, la conversación siguió con un intercambio fluido en el cual faltaron certezas y sobraron las hipótesis y las dudas. Por la noche, tuve una conversación con un amigo acerca de una decisión que viene postergando hace algún tiempo.

Volvió ese fantasma de la complejidad que rodea nuestras vidas, que nos atrapa y, en cierta forma, aumenta nuestras preocupaciones porque nos sentimos cada vez menos dueños de nuestros destinos y sujetos a vaivenes externos de cosas que no controlamos y que, muchas veces, ni siguiera conseguimos entender. Desde esta perspectiva me puse a pensar sobre el concepto de la incertidumbre, del no saber, de las implicaciones que nos trae, de los motivos de un sentir que ha crecido y que alcanza niveles que atentan contra nuestra salud física y mental. Sobre estas reflexiones trata este artículo, con la esperanza de contribuir con un punto de vista valioso a gestionar el fenómeno y sus implicaciones.

Lee también: "Tu sello indeleble - INALDE Business School"

Exceso de realidad

Mucho de algo bueno puede ser malo. El problema no es la naturaleza sino el exceso. ¿Quién dudaría que estar al tanto de lo que sucede, en general, en particular y todo el tiempo podría ser nocivo? Al final del día la información es valor. Tenerla de forma oportuna nos asegura tomar mejores decisiones, estar parados siempre del lado más seguro. Pero ¿Qué sucede cuando todos esos datos sobrepasan nuestra capacidad de procesarlos, de entenderlos, de incorporarlos a nuestras acciones? Acaba pasando que esa mayor disponibilidad de informaciones nos abruma y podría ubicarnos, paradójicamente, en un espacio de mayor inseguridad.

La “hipercomunicación” a la cual nos ha sometido nuestra conexión permanente presenta esa contraindicación. Viene con ese efecto, potencialmente negativo. Algunos estudios muestran las veces que desbloqueamos el celular. El número supera las 80 interacciones al día. En un espacio útil de unas 16 horas, significa 5 veces por hora o una vez cada 12 minutos. No llama la atención que los grupos más jóvenes, puedan llegar a duplicar esa marca. Se han desarrollado aplicaciones que permiten medir los accesos y el tiempo de uso de apps y sitios web.

Contar con esas referencias es un primer paso para luego moverse a opciones de limitar su uso en tiempo, habilitar límites para el descanso nocturno, regular el brillo de la pantalla e inclusive mantenerse desconectado temporalmente de forma intencional. Pisando los 60, puedo discernir que nada sucederá si estamos desconectados por un rato. Mas difícil es explicarles a nuestros hijos acerca de esta posibilidad y sus beneficios. Poner a la tecnología de nuestro lado es la idea y generar un ambiente que favorezca lo que ha dado en llamarse bienestar digital.

La incertidumbre se siente

La incertidumbre se siente en el cuerpo. Vale la pena marcar la diferencia con otro concepto, el de riesgo. Riesgo es algo que puede medirse, con mayor o menor precisión. A través de la estimación de la probabilidad de ocurrencia de un evento y de su impacto se puede estimar, cuantificar o racionalizar el mismo. Puede hacerse de manera más científica y detallada o a través de la simple aplicación de la experiencia propia o ajena. Con este punto en el mapa mental, el cuerpo adopta posturas y reacciones, activando inclusive mecanismos asociados al miedo que, en ciertos casos, son fundamentales y podrían llegar a salvarnos la vida. Pero la incertidumbre es otra cosa. Aunque abunde la información, no es sencillo estimar un resultado, un impacto. En ese espacio de indefiniciones es más difícil adoptar una postura, protegerse, huir. Se mezclan depresión con ansiedad. Por las noches podría atacarnos el insomnio y hasta surgir problemas digestivos y cardiopatías. La racionalidad de los seres humanos es un mecanismo al que le cuesta sostener situaciones sin resolver y ecuaciones sin respuesta. Se crea una cierta “toxicidad” en el ambiente y una realidad que podría enfermar.

La desconexión planteada más arriba suele ser más ardua de conseguir: ¿Cómo desconectarse de uno mismo, de los propios pensamientos y la propia mente? Existen algunas técnicas de relajación, con probados resultados. El mindfulness, por ejemplo, es una técnica de meditación que ayuda a entrenar la mente para centrar la atención y redireccionar los pensamientos. Otras técnicas de relajación también son efectivas, incluso trabajar sobre la respiración produce resultados sorprendentes. Simplemente caminar, distraerse, cambiar el espacio físico, puede producir también efectos restauradores. Identificar e implementar una terapia, en sentido amplio, sumando a las posibilidades una ayuda profesional, integran el catálogo de acciones que están disponibles para alcanzar un mayor bienestar emocional y corporal frente al acaso que nos presiona día tras día.

Lee el artículo: "Valentía en tiempos de incertidumbre: crónica de dos emprendedores - INALDE Business School"

Relaciones rotas

Cuando se amplía el espectro de análisis del tema a las relaciones, sean estas personales o comerciales y corporativas, el impacto de la incertidumbre puede ser devastador. Un aspecto central para entender el tema es distinguir que, a veces, la incertidumbre solo afecta a una parte. La otra parte, en cambio, no sufre el acoso y el tormento de las indefiniciones y, muchas veces, reclama una respuesta definida, concreta. Este desencaje es uno de los motivos principales de la rotura de las relaciones. Cuando una parte espera una respuesta del otro que no llega, simplemente porque ese otro no está en condiciones de darla, se produce el quiebre.

Es como la existencia de un vacío que se amplía inexorablemente y, aunque de ambos lados pueda visualizarse el problema, resulta intrincado resolverlo por encontrarse en orillas distintas. Abrir el juego a la conversación es lo que toca y siempre es más difícil que la parte afectada lo haga pues supone reconocer una debilidad, una posición de desventaja, una fragilidad que la otra podría aprovechar. Mi sugerencia es explicitarla, dar el salto. Con la cuestión sobre la mesa es más probable que el otro su sume a colaborar en lugar de tomar alguna ventaja. Con la incertidumbre compartida, el diálogo mostrará rápidamente las intenciones.

Si la intención que prima es la de la colaboración, se apreciará de inmediato. Se iluminarán caminos y acciones viables. Además, es muy probable que las causas que generaron la incertidumbre se diluyan, es decir, las respuestas pueden encontrarse en el otro o en simple desarrollo y construcción de la relación. Si el avance es en el otro sentido, también las consecuencias podrían ser positivas. Liberarse de una relación tóxica habilita un futuro de posibilidades inimaginado. Frecuentemente, no encontramos la forma de hacerlo. Intentar resolver una situación de incertidumbre con otros, plantear las dudas y conocer las intenciones, puede ser vital para el futuro del vínculo o develar el valor de avanzar separados desde ese momento en adelante.

La oportunidad está en todo

Si el ataque es por todos los flancos, las oportunidades también pueden ser múltiples. Por otro lado, si el ajuste o el cambio de posturas que consigas te permite lograr un cambio en tu posicionamiento respecto de la incertidumbre y sus efectos, lo que te espera son solo ganancias. Para empezar prueba haciendo algunas preguntas a ti mismo o en la interacción con otros: ¿Esto que podría suceder, hace parte de algo más permanente o es más coyuntural?

La respuesta podría ser compleja de obtener y procesar, pero en ella reside una de las pistas más importantes para actuar frente a la incertidumbre ya que, si lo que enfrentas tiene carácter coyuntural, temporal o transitorio, el esfuerzo debería orientarse hacia la adaptación, la resiliencia, la resistencia. Si lo que visualizas para ti o la relación luce con mayor permanencia en el tiempo, la estrategia debería ser otra y basarse más en el cambio la reconversión o, más profundo, en la transformación.

Por otro lado, el movimiento tiene un poder significativo. Desde un simple cambio de perspectiva, esto es cambiar el enfoque, ponerte en otra posición, pararte del otro lado de la relación, hasta acciones más difíciles que conllevan un cambio de ambiente y de sistema en el cual te desempeñas, el menú de opciones que la movilidad habilita suele ser amplio. Ese espacio de actuación puede ser tu familia, tu trabajo, tu lugar de estudio, las relaciones que mantienes. Se identifica en los líderes la posibilidad de modificar, de cambiar y mejorar el ambiente en el cual actúan, generando condiciones más favorables para el desarrollo del trabajo y de los vínculos.

Esto no siempre está a la mano y también no todos están en esa posición así que, muchas veces, las únicas opciones disponibles son un cambio interno, del propio propósito o un cambio de sistema. Una separación, un cambio de trabajo, una nueva carrera, un nuevo círculo de amistades abre nuevas opciones y podría resolver incertezas, otorgar confort, tranquilidad. Aunque también es posible que esas nuevas aperturas vengan con sus propias indefiniciones, las cuales surjan luego de un momento inicial de idealización.

Esto será una prueba del fenómeno que relatamos al inicio y vuelta a empezar. Que no te desaliente esta sensación cuando te ataque la inquietud y el cuestionamiento. Enfrenta este momento con la noción de ciclos, de loops de cambio, adaptación y mejora que pueden ser más o menos duraderos. El mayor aprendizaje radica en desarrollar la percepción de los límites, cuando alcanzarlos, soltar y saltar.

Te puede interesar: "Mentores: apoyo e inspiración - INALDE Business School"

Figura 1. Visualizar: Iluminar la Incertidumbre

Ver o no ver

El sentido de la vista es poderoso. Aunque la realidad tiene múltiples dimensiones y la percepción humana es multisensorial. Pero el ver como visualizar es más amplio, es una noción que alcanza al entendimiento, que permite proyectar. Inclusive, expande la interpretación, faculta observar acciones no ejecutadas o situaciones futuras. Visualizar una salida, baja el nivel de estrés que genera la incertidumbre. Avistar opciones, reduce la ansiedad de pensarse desprotegido, desvalido.

Contemplar caminos posibles, habilita la esperanza y la ilusión de que emprenderlos abrirá nuevos horizontes y lugares a los cuales llegar. La invitación final es a buscar los mecanismos que te permitan ver en sentido amplio. Ver lo que está a la vista y lo que se presenta oculto, en tu realidad, en tus relaciones, en tus espacios. Ese ver, irá despejando la nubosidad que instala la incertidumbre. Si se hace difícil, disminuye la velocidad, identifica puntos de referencia, busca algún lugar seguro donde detenerte a pensar, descubre ayudas que podrías activar. Con la claridad renovada, retoma el movimiento, impúlsate hacia adelante con el valor de pensar que las resoluciones adoptadas encierran los logros que necesitas y la felicidad que ansías.

Últimas Noticias

ColumnaBlog

Vender bien

Descubre en el artículo de Ricardo Barreto cómo vender implica claridad, confianza y alineación entre vendedor y comprador.

Gestión del talentoBlog
Incertidumbre

Incertidumbre

Descubre estrategias para enfrentar y gestionar el efecto de la incertidumbre en nuestra mente y cuerpo con este artículo de Gustavo Mas.

Contenidos AlumniBlog

La transición hacia las energías renovables: En busca de un futuro más sostenible

Escrito por: Carlos Martin Castro Cerón, EMBA INT En un mundo que enfrenta desafíos ambientales cada vez más apremiantes, la industria se encuentra en una encrucijada. La búsqueda de un futuro más sostenible y respetuoso con el medio ambiente se ha vuelto esencial. En este artículo, exploraremos cómo la transición hacia las energías renovables está [...]