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El premio Nobel y los tipos de errores

Método del caso
13/10/2017

¿Qué relación puede tener la entrega de un Premio Nobel con los errores que se cometen en la Alta Dirección? Este es un análisis de Ciro Gómez, director académico de INALDE Business School sobre el tema y el equilibrio necesario en la toma de decisiones.

La entrega del premio Nobel de literatura a Bob Dylan resultó generando polémica. Sin embargo, no se trató del primer galardón de este nivel que dividió al público. Naturalmente, la decisión de a quién se debe entregar un premio Nobel la toman seres humanos y, como tal, el resultado y todo el proceso de tomar decisiones así está sujeto a los fallos y errores que cometen las personas.

Eso sí, no todos los errores son iguales ni tampoco los aciertos. Tanto errores como aciertos se pueden calificar en cuatro tipos:

  • Se puede acertar de dos formas: aceptando como verdadera una verdad o rechazando como falsa una falsedad.
  • Se puede cometer un error de dos formas: aceptando como verdadera una falsedad y rechazando como falsa una verdad.

Para aclarar mejor esta idea sobre los errores a la hora de tomar decisiones se puede usar como caso la entrega del premio Nobel de literatura. Hay premios Nobel que no ofrecen duda, como el entregado a Gabriel García Márquez, que es un claro acierto. Que yo no haya recibido el premio Nobel de literatura es también otro claro acierto. El primer caso es aceptar como verdadera una verdad; el segundo es reconocer como falsa una falsedad.

Que Tolstoi, Proust, Borges o Cortázar no hayan recibido el premio Nobel de literatura es una sorprendente verdad, quizá solo comparada a que Gandhi no hubiera recibido el premio Nobel de la paz. Estos son los tipos de errores en los que una verdad no fue aceptada como tal por los comités que toman la decisión de la entrega de los premios. El otro y más grave error es cuando se entrega el premio a quien no lo merece; ¿puede ser este el caso del Nobel de literatura a Bob Dylan?

¿Por qué puede ser el más grave? Porque para los premios Nobel evitar dejar sin homenaje a alguien que se lo merecía parecía casi imposible, si se tiene en cuenta que hay más buenos escritores que solo uno cada año. En cambio, equivocarse en asignar el premio Nobel a quien no lo merece le resta credibilidad al premio y, si la equivocación se repite, simplemente lo desacredita totalmente.

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¿Podría desacreditarse algún día la entrega de los premios Nobel? Parece difícil dada la gran fama que tienen. Lo cierto es que esa credibilidad está basada en no cometer este último tipo de error; lo grave no es que muera Tolstói sin el premio Nobel de literatura, sino que haya muchos Bob Dylans con él.

La importancia de tomar decisiones

La toma de ese tipo de decisiones da cierto aire conservador a los comités del premio Nobel. Por eso es frecuente ver entre los premiados a personas ya mayores, a quienes se les reconoce el trabajo de su juventud. Sin embargo, cada cierto tiempo los miembros de los comités seleccionadores se lanzan a correr riesgos, toman decisiones, pareciera, más que premiar, influir. Decir que Bob Dylan es el premio Nobel de literatura es forzar un poco, es expandir las fronteras. Para algunos esta decisión es un acierto, para otros, un fallo.

Para el comité es difícil mantener el equilibrio, pues lo que intentan es interpretar la última voluntad de Alfred Nobel, cuyo testamento hace pensar que sí quería que los premios, más que recompensar la labor de toda una vida, impulsaran positivamente los cambios. Según Nobel, los premios deben ser dados a “aquellos que durante el año precedente hayan realizado el mayor beneficio a la humanidad”.

Así como ellos, todos estamos expuestos a los mismos riesgos y debemos tomar las mismas decisiones. En especial una: ¿qué será peor en este caso concreto: arriesgarme a aceptar algo que puede ser mentira o desechar algo que puede ser verdad?

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No existe una fórmula o respuesta que pueda ser aplicada en todos los casos, pero sí ayuda calcular los costos que tiene cada tipo de error para aceptar cometer aquel que tenga el menor costo. Por ejemplo, si alguien se acerca de noche con el ánimo de abordarlo, qué debe hacer: ¿correr temiendo un atraco, riesgo de ofender a un amigo, o seguir tranquilo a su reencuentro, riesgo de ser atracado?

En el caso de los premios Nobel, los comités deberían inclinarse por preferir dejar de premiar a alguien que se lo merece con tal de evitar premiar a quien no. Pero, como humanos que son, a veces les gusta correr esos riesgos.