Tu sello indeleble

09/09/2024

Gustavo Mas
PADE de INALDE

Nuestras vidas están rodeadas por cosas materiales que usamos y que hacen parte del devenir cotidiano. Todas tienen nombre. Muchas de ellas tienen marca. Te propongo un ejercicio. Levanta la mirada donde sea que te encuentres. Gira la cabeza a un lado y al otro. Mira a tu alrededor. Detente unos instantes y presta atención a todas las marcas que te rodean, sus logos, sus colores, sus diseños.

Los signos distintivos que identifican algunas de esas cosas que observas, se diferencian de otros productos de la competencia, refuerzan sus atributos o simplemente los hacen más visibles en el conjunto. Las marcas más conocidas, han pasado por un ciclo desde su creación hasta el momento actual, que seguramente ha implicado mucho trabajo e inversión. Están registradas y protegidas. Es ese trabajo y dispendio de recursos que permite a las marcas más consolidadas, alcanzar un determinado posicionamiento en el mercado y aspirar, inclusive, a un diferencial de precio.

La propuesta de las líneas que siguen es abordar el tema de la marca personal, explorar analogías y diferencias con el concepto general y proponer un esquema de desarrollo que habilite acciones para su construcción, comunicación y eventual transformación, con el objetivo de capitalizar los beneficios de tener una identidad que te distinga positivamente en tus ambientes de actuación.

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Los 4 elementos

Quieras o no, tienes una imagen y transmites un mensaje. Aunque no hayas elaborado sobre el tema, existe un público respecto del cual despliegas tus acciones, te movilizas e interactúas. Tu familia, tu trabajo, tus círculos de amistades, tus redes sociales y los sitios que frecuentas, son el espacio habitual de las relaciones que mantienes, cultivas y desarrollas.

Resulta más evidente en un artista, por ejemplo, o en un deportista o, en general, en una persona que tiene exposición pública. Sin embargo, todos tenemos una marca personal. A mayor consciencia de sus rasgos y matices, mayores las posibilidades de trabajarla, comunicarla y, obviamente, de capturar las ventajas que la diferenciación otorga.

La primera noción que me gustaría traer es la de la apropiación, en el sentido de hacerse cargo y abrazar la potencialidad que encierra la propia marca. Pocas referencias conducen inequívocamente a lo propio como tu nombre. Largo, corto, compuesto… ¿Cómo te sientes con él? ¿Has adoptado algún apodo? ¿Cómo te gusta ser llamado o reconocido? En Brasil existe el concepto de “nombre de batalla”. Las personas eligen cómo ser llamadas en el trato, existiendo varias opciones.

El nombre de pila es una de ellas, pero también el apellido, de preferencia el materno, incluyendo la adición de la cita de su ubicación en la cadena genealógica (“junior” por ejemplo, remite a hijo o “neto” a nieto). Además, en muchos países, existe la posibilidad de cambiar el nombre, luego de realizar el debido trámite legal.

El segundo elemento tiene que ver con tu imagen, lo que proyectas. El cuerpo es nuestra representación física, es “nuestra nave”, el lugar primario en el cual habitamos. Como tal transmite mensajes, aunque nada digamos. Tenemos, por un lado, lo que la naturaleza nos dio por ejemplo la altura, el porte, los colores de tez, el cabello y los rasgos. Por otro lado, las casi inagotables posibilidades de complemento con las vestimentas y atuendos que elegimos.

Nuevamente aquí aparece el sentido de potencialidad en cuanto a la marca personal. ¿Qué corte de cabello adoptas? ¿Qué vestimenta y colores eliges? ¿Aceptas con resignación el paso del tiempo o te esfuerzas en mantenerte esbelta/o y tonificada/o? ¿Vas por lo tradicional o adoptas las modas del momento? ¿Eliges tatuar tu piel? ¿Lo haces en lugares visibles o no? Estas elecciones van nutriendo tu imagen y tu marca, configuran un mensaje e influyen en la percepción de otros.

La tercera cuestión se vincula al lenguaje. Lo que dices, tu forma de conversar, de dialogar con otros, de expresar tus pensamientos e interactuar verbalmente. La temática propia de tus espacios de actividad laboral pero también aquellas que eliges voluntariamente como de tu gusto personal. En particular me gustaría detenerme en estas últimas.

Podrías basarte en el deporte, la música, la ciencia, el arte, la familia, los gustos individuales, los hobbies, tus mascotas… Los temas de tu preferencia y las argumentaciones que sustentas dan forma a tu imagen. Con prudencia e inteligencia puedes trabajar tu posicionamiento profesional y social a partir de tus conversaciones, los temas que eliges, desarrollas, estudias y expones dando así forma a tus repertorios.

La cuarta y última dimensión tiene que ver con tus pensamientos y emociones. No necesariamente lo que piensas es lo que verbalizas. Por esto, la distinción con el elemento anterior. Además, el dominio de las emociones abre un espacio interior que no siempre se manifiesta hacia afuera. En ese sentido, esta dimensión presenta una lógica ambivalente. Puede ser visible o no. La elección pasa por descubrir ese tránsito y su balance.

Respecto de lo que piensas y lo que dices, cuanto menor sea la brecha, mayores posibilidades de que tus conversaciones e intercambios sean genuinos. Con relación a la emocionalidad, el fluir de los distintos sentimientos y estados de ánimo plantea la misma disyuntiva. Entre la represión y la libre manifestación de las emociones sea abren múltiples posiciones posibles. Nuevamente, una brecha menor, favorece la transparencia en las relaciones, aunque los desbordes emocionales incontenidos, tienen el potencial de afectar de forma permanente los vínculos personales, comerciales y corporativos.

En definitiva, ocupas un espacio, en un tiempo. Es lo que algunos han llamado “tu metro cuadrado” o tu “espacio vital”. Lo que construyas dentro de él te constituye, te hace ser lo que eres. Desde ese espacio te proyectas a los demás, al resto del mundo. En esas relaciones reside el poder de ser y hacer más allá de ti mismo.

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El ciclo de la marca personal

En la gestión de marcas, suelen identificarse etapas. Desde su diseño inicial o nacimiento, las marcas evolucionan en función de su aplicación y performance, pasando por etapas de redefinición o inclusive de extinción. Existen marcas que resisten el paso del tiempo e inclusive algunas que llegan a confundirse con los productos y servicios que identifican. Otras, en cambio, tienen un paso fugaz.

A nivel de la marca personal, pueden tomarse algunas analogías con relación al mencionado ciclo y también al propio ciclo vital de las personas. El primer momento, que podríamos vincularlo al nacimiento o a la creación de la marca propia, tiene que ver con tener consciencia de uno mismo. Más allá de algún rasgo innato que comienza a manifestarse desde pequeños, es al inicio de la adolescencia el momento en el cual suele ocurrir el fenómeno de descubrimiento y apropiación. Comienzan a darse las primeras decisiones individuales y con ellas el diseño, tal vez intuitivo, de la marca.

La formación profesional, el oficio elegido o la ocupación laboral adoptada es una instancia crucial en la etapa de desarrollo y crecimiento de la marca. Las decisiones en juego son relevantes, tanto hacia tu interior, como en la elección del entorno en el cual despliegas tus recursos. Imagina lo distinto del ámbito hospitalario para un médico, o el avión y aeropuertos para un piloto o el aula para un profesor.

Con el tiempo, la marca propia alcanza estabilidad y madurez. Luce sólida y consolidada. Permanece inmutable frente a los cambios externos, situaciones diversas a enfrentar e incluso suele representarte de la misma forma en diversos medios. Esa madurez viene junto con la comodidad de sentirte bien contigo mismo y con la imagen que transmites hacia afuera de “tu metro cuadrado”.

Madurez no es lo mismo que deterioro o que obsolescencia. Es posible que a lo largo de tu vida ocurran hechos y circunstancias que determinen alcanzar esos estados y generen la necesidad de replantear tu marca. ¿Cuáles serían los signos que podrías observar de que te encuentras en esta situación? La incomodidad sería el primero. Es una sensación de que algo de lo que tienes sobra o falta.

Que no puedes fluir normalmente. También los signos podrían venir del exterior. El ambiente cambió y tú no te adaptaste o se requieren otros atributos y capacidades que no has desarrollado. Hay una respuesta del entorno que no refleja aceptación o tu performance ha decaído. Es tiempo de trabajar en el en el ajuste o rediseño. Tomando el alcance de los 4 elementos, puedes encarar este proceso. Podrías valerte por ti mismo o buscar un apoyo externo. En todo caso, la oportunidad de reinventarte y rejuvenecer tu marca está allí, siempre disponible.

Tu marca te acompañará hasta el final de tu existencia. Aquí se plantea un reto existencial. Podría desaparecer o extinguirse contigo, pero también existe la posibilidad de que perdure en el tiempo asociada a una empresa familiar, a un producto que hayas desarrollado o simplemente porque tu nombre quede vinculado a actividades que hayas desempeñado. En tu propio círculo personal permanecerá viva y vigente por tu memoria, los recuerdos que hayas forjado, tus experiencias y tus enseñanzas.

En 150 o 200 años, tus seres queridos, tus amigos y tus compañeros de profesión y trabajo ya no estarán presentes físicamente en este mundo, pero es muy probable que permanezca tu obra, tu legado, tus historias y tu contribución a la humanidad. Se has podido acompañarme hasta aquí, es que podrías encontrarte próximo de identificar, si aún no lo has hecho, tu propósito de vida. Y es que ese propósito debería nortear el diseño y el despliegue de tu marca y habilitará su subsistencia. Si no lo has descubierto aún, te invito a que lo explores. Algunas preguntas podrían ayudarte.

La principal sería ¿Cómo quieres ser recordado cuando ya no estés presente? Articula alrededor de este concepto y podrás identificar tu propósito. Con el propósito en claro, se abre un espacio enorme y fértil para la creación de tu marca personal y se allana el camino de construcción de otro elemento central que es tu propuesta de valor. Con esta trilogía en mano, tu propósito, tu propuesta de valor y tu marca personal, es que tienes condición de enfrentar la vida, desempeñar el rol que hayas elegido, alcanzar la satisfacción por la propia realización y, en ese camino, la felicidad.

Si bien las etapas refieren a procesos, no a un momento particular en el tiempo, las decisiones que tomas vinculadas a tu marca personal son puntos concretos en una línea continua. Por eso sugiero prestar atención a esas ocasiones pues son las que acaban constituyendo hitos destacados en el mencionado proceso de construcción, cambio o transformación.

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Comunicación, percepción y brechas

Todo proceso de construcción de marca incluye una estrategia de comunicación. Concentrarnos sobre este asunto es pertinente porque la comunicación a tus públicos de interés resulta ser clave. Como suele decirse, “no solo es importante ser sino parecer” y, en ese sentido, la definición de acciones concretas de comunicación, la selección de tu público objetivo y de los canales a través de los cuales actuar, integran un conjunto de acciones sobre el cual deberías enfocar esfuerzos.

Más allá del día a día, en el cual interactúas con otros y que acaban siendo oportunidades individuales y concretas de transmitir tu marca y sus atributos, las oportunidades más poderosas son aquellas en las que puedes multiplicar tu poder de alcance. Eventos sociales, presentaciones y actuaciones frente a grupos de personas, se presentan como ocasiones para amplificar ese alcance.

Las redes sociales, se han transformado en herramientas centrales a la hora de posibilitar las interacciones, extendiendo el radio de impacto. Esta capacidad de multiplicar tus mensajes y tus movimientos es, al mismo tiempo, algo favorable, positivo y provechoso, pero también podría transformarse en una amenaza y presentar riesgos. En este sentido, toma en consideración las implicaciones de tus divulgaciones y considera los efectos y consecuencias antes de presionar “Enter”.

Existe un espacio entre aquello que transmites y lo que las otras personas, tu público o el mercado perciben. Con este juicio en vista, podría resultar valioso habilitar ocasiones para recibir comentarios y recomendaciones acerca de tu marca personal, sobre cómo la despliegas y comunicas y también con relación a tu desempeño y resultados. Desde conversaciones simples, hasta procesos más estructurados de encuestas sobre valor y performance, es factible incorporar datos y opiniones externas al proceso de diseño, ajuste o rediseño de tu marca. Refuerza la distinción entre lo explícito y lo implícito.

Lo explícito, va en la línea de lo más obvio, lo que dices, tu vestimenta, tus comportamientos, las emociones que manifiestas. Lo implícito es todo lo que está por detrás, lo que piensas, tus emociones reprimidas, el significado y la interpretación de los otros respecto a lo que trasuntas. Un aspecto a explorar, es el de los estereotipos, o el “encasillamiento” que suelen hacer las personas de otros individuos, postura que podría conducir al peligroso terreno de los prejuicios. Esas representaciones esquemáticas y simplificadas actúan como filtros que se activan a partir de ciertas características representativas.

La nacionalidad, la clase social, las profesiones, ciertos gustos o preferencias, el estado civil, el lugar donde vives, el reloj que usas, el celular que posees, el vehículo que conduces, la marca de la ropa que vistes, entre otras cuestiones, son algunos de los elementos que contribuyen a las generalizaciones en la que los miembros de los medios que habitas podrían caer. Reconoce estas tendencias o inclinaciones para poder actuar sobre tu posicionamiento de forma efectiva.

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Valores y coherencia

Los valores y la coherencia son los dos ejes centrales que recomiendo consideres a la hora de construir, cambiar o transformar tu marca personal. Los valores constituyen el eje alrededor de los cuales articular los 4 elementos de tu marca y la coherencia es el eje con relación al cual articular su ciclo.

Consideremos los valores personales. Es un aspecto que presenta varias aristas. Son cuestiones que, al mismo tiempo, fortalecen tu posicionamiento y, por otro lado, te hacen único. Son aspectos en los cuales no transas, son límites que no transgredes. Pueden referirse a tu postura ética y moral pero también relacionarse con tus comportamientos como, por ejemplo, la puntualidad o tener una presencia respetuosa hacia el otro, ante todo.

Si bien no existe un listado único, las sociedades han forjado conjuntos formales e informales de valores apreciados. Inclusive las empresas han avanzado en la elaboración de códigos de ética o de conductas esperadas, los cuales enumeran valores y comportamientos deseables y, en algunos casos, obligatorios. Tus valores personales constituyen tu “lienzo”, el plano en el cual despliegas tu marca personal.

La coherencia, de otro lado, supone un accionar consistente en las distintas situaciones en que pones en juego tu marca personal. Este elemento es además esencial a la hora de su construcción, cambio o transformación. Sin este factor, los movimientos para edificar tu propia marca podrían resultar estériles y vanos, como una representación gráfica de vectores de distinta extensión y con diferente orientación.

La ausencia de coherencia acaba imponiendo un caos y limita la consolidación de tu sello propio. Así, un actuar coherente y consistente otorgaría a tu marca un atributo de impecabilidad, una corrección intrínseca, no genérica, una perfección irreprochable. La coherencia, además, hará traslúcidas tus convicciones y tus motivaciones, aquello que crees y lo que te mueve, lo que defiendes y sostienes y la energía que habita en ti.

Los momentos de verdad

Según Jan Carlzon, quien fuera directivo de la aerolínea sueca SAS, los momentos de verdad son aquellos instantes en los que el cliente se pone en contacto con el servicio y, sobre ese contacto, forma su opinión con relación al mismo. Aplicar esta idea a tu marca personal supone admitir que, a cada paso, tienes la posibilidad de ponerla en juego, sacando el provecho de ser único, diferenciarte y forjar tu propia identidad.

La satisfacción y, en última instancia la felicidad son las fronteras para alcanzar. No sentirte satisfecho y feliz son los dos indicios más fuertes que puedes tener en cuanto a la necesidad de repensar y rediseñar tu marca personal. Cada día de tu vida se presenta como una oportunidad para hacerlo.

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