Con las NIIF, ¿la situación financiera de su empresa pasó del cielo al infierno?

10/07/2019

En el primer reporte de información bajo NIIF cada empresa modificó la valuación contable de sus activos y pasivos. Es decir, en la fecha de la transición “de las 23:59 a las 00:01 horas” el patrimonio de la empresa aumentó o disminuyó en comparación con nuestro imaginario histórico, ¿se sorprendió con lo que decían esos primeros reportes NIIF?

En algunos casos, los “nuevos” ratios de monitoreo financiero pusieron en duda la capacidad de emprender los proyectos previamente aprobados (soportados en la información financiera anterior) e incluso en los casos más extremos, algunos accionistas vieron desaparecer la mayor parte de su patrimonio.

Veamos si las NIIF “cambiaron la realidad” económica

En mi experiencia como directivo y consultor pude encontrar que los principales cambios en la posición financiera fueron resultado del aumento o disminución en el valor de las grandes inversiones (propiedad, planta y equipo y otras propiedades de inversión) y de la aparición o el incremento del Pasivo por Impuesto Diferido.  

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En cuanto al valor de las grandes inversiones, la norma anterior lo venía ajustando por medio de las valorizaciones, usando avalúos técnicos con una vigencia de tres años. Es decir, en el peor de los casos la valuación de activos fijos tendría una brecha máxima de ese periodo, además, si se hubiesen presentado hechos relevantes que alteraran significativamente su valor, la responsabilidad de la gerencia es advertir la materialidad de dichos hechos y cuantificar y revelar el impacto en los estados financieros.

¿Se justifican diferencias relevantes en los activos? De ninguna manera, un rezago de tres años no es significativo y antes de las NIIF existían las herramientas suficientes para mantener controlada la brecha entre reporte contable y la realidad económica de los activos.

En relación con el Pasivo por Impuesto Diferido, el punto es que, al momento de la transición de norma contable, ambos estados financieros (COLGAAP y NIIF), corresponden al mismo momento del tiempo con iguales reglas y compromisos fiscales. El impuesto diferido no es un impuesto “nuevo”, lo que revela su contabilización es el efecto temporario de los impuestos “de siempre”.

¿Influyó la planeación tributaria? En efecto, pero el hecho de que se posponga un compromiso fiscal no implica que la obligación no existe. ¿Si el pasivo por impuesto diferido resultó tan relevante, dichas obligaciones debieron revelarse antes? Claro, porque los directivos certificamos que los reportes financieros contienen todo lo material económicamente.

Dejando de lado las argumentaciones técnicas, el sentido común nos pone en evidencia un importante aprendizaje: cambios drásticos en la posición patrimonial derivados de la transición a NIIF son motivo suficiente para cuestionarse a fondo por el verdadero desempeño histórico del negocio.

Dado que la contabilidad financiera es el medio provisto para informar a los stakeholders sobre la situación y el desempeño, ¿se falló al informar la realidad económica a los interesados? Si, aunque se aplicaron nuevos métodos de medición y las cuentas fueron sometidas a un criterio más agudo para su reconocimiento y clasificación en NIIF, no se presentó ningún hecho económico real adicional, solo se utilizó un nuevo formato para reportar la “misma” información.

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Y ahora qué sigue…

Los reportes en NIIF hacen parte de nuestra rutina actual y son la fuente de información para el diagnóstico, control, planeación y la toma de decisiones. Pero lo más importante, son el mecanismo para generar y mantener la confianza de quienes deciden apoyar nuestros proyectos empresariales.

Los mayores desafíos directivos consisten principalmente en hacer seguimiento permanente al criterio gerencial utilizado en la construcción de la información financiera y comprender los impactos derivados de la dinámica del impuesto diferido, obligando a los responsables a entender al detalle el concepto, sus inductores y variaciones. No podemos seguir aprobando información financiera con “cajas negras” que no entendemos.

Concluyo que la implementación a NIIF forzó que los reportes financieros se sinceraran. Como directivo me inquieta que con el paso del tiempo estemos recorriendo el mismo camino de la norma anterior, es decir, que se diluya la realidad económica año tras año. Miembros de junta, revisores fiscales y accionistas: ¿están dispuestos a permitir que la información financiera se distancie de la realidad económica otra vez? ¡Está en sus manos evitarlo!

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