Querido lector, sin ser un experto en los temas de lógica, pero conociendo su impacto para la historia de la humanidad (desde la antigua Grecia inclusive), quisiera por lo menos cuestionar y poner a su consideración, reflexión y crítica algunos axiomas mencionados por el reconocido empresario Elon Musk que atienden a la educación.
Sabiendo, además, que existe una alta probabilidad que mis argumentos no sean del todo contundentes, son las ideas de uno de los grandes titanes del actual mundo empresarial, contra un anónimo profesor universitario. Sin embargo, he decidido arriesgarme ya que, en algunos apartes de la historia, David ha vencido a Goliat. Espero sea este uno de esos casos.
Desde hace ya algún tiempo han sido constantes las ocasiones en las cuales Elon Musk ha hecho énfasis en el valor marginal de las universidades para la sociedad, concluyendo que estas (las universidades) no dejan de ser otra cosa que lugares para divertirse y no para aprender.
A quienes gustamos de la lógica y un poco más de las matemáticas, vemos con temor creciente que, gracias al poder mediático de Musk, las proposiciones terminan convirtiéndose en axiomas, recordando que un axioma es una proposición o enunciado tan evidente que se considera que no requiere demostración.
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En este caso es distinto decir que: debemos demostrar que las universidades son lugares de diversión y no de aprendizaje a afirmar con contundencia que las universidades son lugares donde se divierte, pero no se aprende. Los axiomas se dan por hecho y no dan lugar a juicios de valor.
Y así fue: millones de personas alrededor del mundo han dado por ciertas, reveladoras y hasta premonitorias las palabras de Musk. Finalmente, es mejor no estudiar.
Si los mismos Mark Zuckerberg y Bill Gates no necesitaron de la universidad para ser millonarios, ¿por qué yo si la voy a necesitar? Y es aquí cuando el pensamiento lógico nos puede ayudar a salir de aprietos. Para ello utilizaremos dos de los principales sesgos del pensamiento cognitivo: el sesgo de confirmación y el sesgo de la ilusión del cuerpo de nadador.
Y como la idea es ir un poco por el camino de la lógica, estudiemos el primero. El sesgo de confirmación es la tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias creencias o hipótesis, dando desproporcionadamente menos consideración a posibles alternativas.
Las personas muestran esta tendencia cuando reúnen o recuerdan información de manera selectiva o cuando la interpretan sesgadamente. Lo que olvidamos analizar desde los ojos de la lógica es que, si bien es cierto que el ideal de universidad de Elon Musk tiene cierto grado de validez, también es cierto que tanto Zuckerberg como Gates atienden y reconocen que gran parte del desarrollo de sus habilidades cognitivas se deben a los conocimientos adquiridos en sus colegios, a tener acceso a computadores y sistemas desde muy temprana edad y a tener profesores que sirvieron como mentores.
Vamos por el segundo sesgo. Aunque Elon Musk, al igual que muchos de nosotros, no tuvo la fortuna de pasar por un gran colegio y aun así ser programador desde muy pequeño y hoy en día un líder exitoso, también cabe anotar que este fenómeno se puede estudiar mejor desde el sesgo de la ilusión del cuerpo de nadador. El escenario es más bien sencillo: desde el pensamiento lógico, vamos al gimnasio para tener mejores músculos y tomamos cursos de natación para tener espaldas anchas y rígidas.
Sin embargo, lo que nos dice el sesgo de la ilusión del cuerpo de nadador es que aquí la lógica no es tan evidente ya que en realidad el gran atleta, o el mejor nadador, lo es en gran medida gracias a que por su constitución física y por gracia divina reúne las condiciones necesarias para ser el mejor en su deporte y no al revés. Para Messi sería imposible llegar a ser Usain Bolt y viceversa.
Es probable que Elon Musk no necesitara de la universidad porque su cerebro es lo suficientemente desarrollado para generar nuevos esquemas, metodologías de aprendizaje y generación de conocimiento de forma autónoma.
Y aunque también por sesgos tendemos a creernos más inteligentes que los demás, lamento decirlo: no todos tenemos el cerebro de Musk (o de Tesla o de Einstein) y, por ende, las universidades son un canal estructurado y probado a lo largo de la historia para el desarrollo del aprendizaje. No se sienta mal si va al gimnasio y su físico no se parece al de su vecino, finalmente es parte de la evolución, el será bueno para unas cosas, usted para otras.
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Y para cerrar me gustaría reflexionar sobre axiomas verdaderos. Para ello, me permitiré citar a uno de los más influyentes matemáticos de nuestro país: Federico Ardila.
Axioma 1. El potencial matemático se distribuye de forma equitativa entre los diferentes grupos, independientemente de las fronteras geográficas, demográficas y económicas.
Axioma 2. Todo el mundo puede vivir experiencias matemáticas alegres, significativas y estimulantes.
Axioma 3. Las matemáticas son una herramienta poderosa y maleable que puede ser moldeada y utilizada de forma diferente por las distintas comunidades para satisfacer sus necesidades.
Axioma 4. Todo estudiante merece ser tratado con dignidad y respeto.
Y ahora la reflexión: si el potencial matemático (y realmente casi cualquier talento o potencial) está distribuido de forma equitativa entre todos los grupos poblacionales, no nos podemos permitir el lujo de desaprovechar el talento de nuestro país.
Contrario a lo que piensa Elon Musk, necesitamos más universidades, escuelas de negocios y centros de pensamiento en todas las zonas de Colombia para generar conocimiento, pero también equidad, investigación y mejores condiciones.
Tampoco debemos olvidar ver a las universidades como el lugar ideal para la reflexión, para el aprendizaje de lo moral, de la humildad y de lo humano.
Bien decía Albert Einstein que su vida y sus aportes como físico hubiera sido mucho mejores si hubiera tenido la humildad de aprender muchas más matemáticas en su universidad.